El oratorio de Wagner, Parsifal en Badajoz
Parsifal de Wagner. Christopher Ventris, Allison Cook, Raimund Nolte, Derek Welton, Javier Castañeda, Amaya Añúa Tejedor. Orquesta de Extremadura y Coro de Cámara de Extremadura. Pablo Heras-Casado, dirección musical. Palacio de Congresos de Badajoz. 26 y 27 de enero de 2023
Pablo Heras-Casado dirigió la primera audición por la Orquesta de Extremadura de Parsifal con pulso firme y seguro en la línea de los cuatro ciclos de El Anillo del nibelungo dirigidos en el Teatro Real de Madrid, que le consolidaron como el director wagneriano español por excelencia de su generación.
El maestro granadino ha colaborado y colabora con las mejores orquestas con las que mantiene estrecha relación. Es de desear que también la establezca con la Orquesta de Extremadura, pues esta ha mostrado su maleabilidad plegándose a la más mínima inflexión de la batuta. La cuerda sonó como un solo instrumento, y aunque en los metales hubo cierto desajuste en el piano inicial del Preludio del primer acto, mostraron brillo y potencia en el resto, yendo a más el segundo día de representación (Actos II y III). El cuidado por las voces fue patente durante toda la ópera, y el final fue apoteósico, con una respuesta orquestal fantástica.
Precisamente, será Parsifal el título con el que Pablo Heras-Casado inaugure la edición del Festival de Bayreuth de este verano, convirtiéndose así en el primer director español en el podio del mítico Festspielhaus, con excepción de las funciones de La valquiria que dirigió Plácido Domingo en 2018.
Christopher Ventris, el Parsifal de su generación, tenor heroico no pesado, sigue la estela de Sándor Kónya, James King y Ben Heppner. Su Amfortas! Die Wunde! fue entonado con dramatismo y expresión, mostrando la transformación espiritual del protagonista, al identificarse con el dolor de Amfortas y la tragedia de la Orden del Grial.
Allison Cook, Kundry, cantó con la intensidad y variedad expresiva exigida en la complejidad de su papel, con graves rotundos y agudos muy seguros. Al ser despertada en el segundo acto, las frases entrecortadas, como si estuviera soñando aún, fueron ejecutadas de forma sublime. Tras ser rechazada por Parsifal, entonó el extenso fragmento Grausamer! con gran dramatismo y tensión vocal, intentando seducir a Parsifal, esta vez mediante la compasión.
Raimund Nolte, Gurnemanz, se mostró en su entrada como un bajo robusto, expresivo, y cumplió con su papel llevando el peso del relato como el Evangelista en las Pasiones con adecuado estilo declamado. Entonó un magnífico Du siehst, das ist nicht so casi como un aria, en un clima de profunda paz espiritual, como corresponde, sobre los temas del Viernes Santo, de la lanza y de la expiación.
Derek Welton, en su doble papel de Amfortas/Klingsor, barítono-bajo, fue dramático y sufriente como Amfortas, potente como Klingsor en el declamado Die Zeit ist da, y muy expresivo en el recitado. Sutil efecto el de situarlo en la escalera del fondo del Patio de butacas haciendo las veces de montaña.
Javier Castañeda, Titurel, a pesar de su breve aparición, fuera de escena, muestra expresión y potencia vocal, características exigidas al padre de Amfortas.
Amaya Añúa Tejedor dirigió al Coro de Cámara de Extremadura. Las seis muchacha flor, aquí representadas por María Rodríguez Martín, quien merece una mención especial por su afinación y potencia vocal (recordemos que la Caballé cantó en la Scala en 1960 el papel de una muchacha flor bajo la dirección de Cluytens y un reparto encabezado por Sándor Kónya como Parsifal), Senda de la Montaña León e Iris Miralles Rodríguez, como primera, segunda y tercera muchacha flor respectivamente en el Coro I, y Mariló Valsera Barrantes, Gloria, María Salete de Miguel y Nuria Luengo Morales como primera, segunda y tercera muchacha flor respectivamente en el Coro II, cumplieron correctamente.
La intervención de los escuderos primero, segundo, tercero y cuarto (Senda de la Montaña León, Ana Isabel Antúnez Medina, Sergio Aunión Leranca y Moisés García Chamorro, respectivamente) y la del primer y segundo caballero (Juan Antonio Loro Acedo y Rubén Molano Muñoz respectivamente), alcanzó la corrección.
El coro masculino fue animado visiblemente por el Maestro al final de los actos primero y tercero. Con ademanes, y desde el podio pedía una respuesta audible y más entusiasta en su penúltima intervención, compensada en la última con mayor vigor y entrega.
Y así, en esta versión de concierto, se pudo escuchar como si de un Oratorio se tratase; algo que Ángel-Fernando Mayo hubiera agradecido: Bien conocida era su aversión hacia las puestas en escena actuales. Gran acontecimiento.
Santiago Míguez de la Rosa
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