4 de octubre de 2024

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La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, un proyecto de futuro

Hay momentos en que el silencio puede ser más expresivo que el sonido, estar cargado de más significado que la propia música. Es lo que ocurrió el 17 de noviembre en el Auditorio Alfredo Kraus. Tras ese largo morendo que desemboca en un acorde de Si menor en violonchelos y contrabajos y con el que acaba de forma acongojante el Andante lamentoso de la Sexta Sinfonía de Chaikovski, el maestro Karel Mark Chichon quedó inmovil con la batuta en alto. Nadie se movió, nadie respiró. Fueron veinte segundos de un silencio entre reverencial y compungido de los mil cuatrocientos asistentes. Nadie quería romper ese momento mágico. Y después, atronadores y entusiastas aplausos. Había sido una velada accidentada a causa de los problemas de acceso al Auditorio provocados por una celebración en su entorno, pero que una vez comenzada discurrió por los más altos niveles de excelencia. Una soberbia Orquesta Filarmónica de Gran Canaria acompañó a Jorge Luis Prats en una vibrante versión del Segundo Concierto de Rachmaninov, una versión en la que, como el propio Prats nos reconoció tras el concierto, la orquesta cantó como pocas orquestas lo suelen hacer, sosteniendo las frases con intensidad hasta el final. Bises de Lecuona y Cervantes corroboraron el entusiasmo del público ante la intensa versión del pianista cubano. Tras esto, la Patética permitió que la OFGC exhibiese músculo en sus metales a la vez que sedosidad en sus cuerdas, de un sonido brillante y empastado al nivel de las mejores orquestas europeas. Baste recordar el intenso arranque descendente de las cuerdas en el último tiempo de la sinfonía, de una fuerza conmovedora infinita.

Jorge Luis Prats, Karel Mark Chichon y la OFGC (c) Sabrina Ceballos

Jorge Luis Prats, Karel Mark Chichon y la OFGC (c) Sabrina Ceballos

Para alcanzar estos resultados resulta esencial que haya una comunión entre orquesta y director. Karel Mark Chichon lleva al frente de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC) desde 2016 y acaba de renovar por dos años más. Esa larga andadura conjunta se materializa en una clara sintonía evidente durante los ensayos, en los que no hay tonos altisonantes ni arrebatos de genio. Todo lo contrario. Las sesiones discurren por la senda de la concordia. El maestro sabe explicar lo que requiere de cada sección en cada momento y, como él mismo dice, “es importante felicitarles cuando lo han hecho bien y explicarles por qué lo han hecho bien”. Es un clima muy diferente al que el director gibraltareño se encontró cuando llegó a Las Palmas hace siete años, con una orquesta enfrentada a su anterior director, dividida y desmotivada. Es el resultado del talante dialogante y educado del nuevo director, quien una y otra vez repite durante los ensayos expresiones como “si no les importa” o “por favor”, algo que no suele ser habitual en este mundillo. Para la Coordinadora de Programación, Gisela Wachtendorf, “hay un antes y un después en la orquesta con la llegada del maestro Chichon”, que no sólo ha restablecido el buen clima en el seno de la agrupación, sino que lo ha elevado a niveles artísticos nunca alcanzados con anterioridad. Según nos informa Miriam García, Secretaria Técnica, no existen en la actualidad conflictos laborales por parte del personal de la OFGC, cuya nómina total de trabajadores se eleva a la cifra de ciento veinte trabajadores.

Karel Mark Chichon y la Filarmónica de Gran Canaria (c) Sabrina Ceballos

Karel Mark Chichon y la Filarmónica de Gran Canaria (c) Sabrina Ceballos

La OFGC fue fundada en 1980 y depende únicamente del Cabildo Insular de Gran Canaria, que aporta en su integridad un presupuesto de algo más de ocho millones de euros. Tanto el jefe de administración como el director titular remarcan la ventaja que supone, frente a otras orquestas españolas, el tener que tratar sólo con un interlocutor a la hora de negociar el día a día de la orquesta. Sobre todo si se encuentra con un interlocutor atento y abierto a las necesidades y el futuro del conjunto. Así, se prevé para el próximo año un aumento del presupuesto de algo más de medio millón de euros que posibilitará, entre otras cosas, aumentar la plantilla (actualmente formada por setenta músicos) en siete u ocho plazas fijas más. El respaldo social, por otra parte, es importante: la OFGC cuenta con unos mil abonados, lo que supone tener garantizados dos tercios del aforo del Auditorio Alfredo Kraus en cada concierto. Y más abonados que podría haber en función de la demanda existente, pero es necesario reservar para la taquilla un porcentaje del aforo que, invariablemente, se completa en cada evento. La temporada de abono ofrece diecinueve programas, a los que se añaden las intervenciones en las producciones de los Amigos Canarios de la Ópera, los conciertos extraordinarios (como el homenaje a Alfredo Kraus del pasado 24 de noviembre) y las intervenciones en el Festival Internacional de Música de Canarias y otros eventos en la isla. Además de directores invitados, la OFGC tiene a Günther Herbig como Director Honorario y a Trevor Pinnock como director fijo para programas centrados en el Clasicismo y primer Romanticismo.

Una dimensión especialmente apasionante de la OFGC es la de la Academia. La OFGC va más allá de los habituales conciertos para escolares (siete programas esta temporada, cada uno de los cuales se interpreta varias veces, con un total de veintitrés conciertos), pues los músicos de la orquesta imparten clases por las tardes en la Academia, en las amplias dependencias de las que dispone la OFGC en su sede junto al Auditorio. De esta Academia, que complementa la formación en los conservatorios, nace la Joven Orquesta de Gran Canaria, el Coro Juvenil y el Coro Infantil de la OFGC. Se trata de un programa largamente acrisolado, por cuanto se inició allá por 1989. Con el apoyo de la Fundaciòn de la OFGC y de la Fundación Disa (principal patrocinador privado de la OFGC), los resultados son de un excepcional calado en la sociedad grancanaria. Se completa así el círculo virtuoso de intercambio de prestaciones, porque lo que la sociedad canaria aporta a la orquesta lo recibe en forma no sólo de conciertos, sino de formación y de apuesta por el futuro. Una inversión redonda, en definitiva. Andrés Moreno Mengíbar

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