El tenor mexicano Ramón Vargas echa la vista atrás para rememorar sus inicios y el desarrollo de su carrera artística, que dura ya varias décadas. A lo largo de este camino como cantante, Vargas ha interpretado numerosos papeles protagonistas, además de haber colaborado con los directores de orquesta más destacados en escenarios de todo el mundo.
El tenor mexicano Ramón Vargas es uno de los intérpretes líricos más destacados del país centroeuropeo. Son casi cuatro décadas de carrera a sus espaldas, desde que comenzó a cantar en el Coro de la Basílica de Guadalupe. Tras estos inicios, han sido numerosas las experiencias vividas a lo largo de su carrera, subiéndose a escenarios de todo el mundo, con los directores de orquesta más destacados del panorama musical, ejecutando un gran número de papeles protagonistas.
En una entrevista a la revista Milenio, Vargas echa la vista atrás para rememorar los inicios de su carrera, además del desarrollo de esta. Preguntado por si ha pensado en escribir sus memorias, hace alusión a la autobiografía de García Márquez Vivir para contarla, lanzando la idea jocosa de que su libro se podría llamar Vivir para cantarla.
Ramón Vargas recuerda los momentos más satisfactorios de su carrera, entre los que se encuentra la sustitución que realizó en el Metropolitan de Nueva York, cuando Pavarotti causó baja en su participación de El elixir de amor. Cuando esto ocurrió, una acomodadora de la sala le señaló que frenó a unos asistentes que, al saber que no cantaría Pavarotti, se disponían a dejar el teatro, asegurándoles que iban a disfrutar de una estupenda velada de ópera.
Preguntado por su experiencia en el trato con Pavarotti, Vargas señala que era una persona a la que la obesidad de causaba fuertes dolores de espalda, lo que le impedía socializar en exceso. Algo que, según el mexicano, lo diferenciaba de Plácido Domingo.
Vargas señala que ha podido comprobar lo que supone los dolores físicos para un cantante, narrando su experiencia con una hernia que él mismo padece, que le condicionó una interpretación de La Bohème en Torre del Lago. Indica que este dolor le provoca un cambio de humor muy rápido. Sin embargo, opta por no operarse, buscando fortalecer su espalda para remediarlo.
Preguntado por la situación del mundo del canto en México, Vargas señala el centralismo del país como causa de que no se pueda expandir por todo el territorio. Alude a ciertos movimientos políticos que resultaron un tanto insuficientes, por lo que deposita sus esperanzas en una solución en el nuevo gobierno del país. Indica que a menudo la cultura es el último eslabón de la cadena para la clase política, por lo que clama por una buena política cultural.
Preguntado por la falta de apoyos que tuvo al frente de la Ópera de Bellas Artes, en contraposición a la figura de Elisa Carrillo al frente de la Compañía Nacional de Danza, Ramón Vargas indica la complejidad de la dirección de un teatro de ópera, además de la existencia de una crítica destructiva que puede minar a los profesionales. Indica que durante su etapa al frente del teatro, tuvo siempre el objetivo de tener una programación de altura, siempre con capacidad de adaptación y humildad.
Preguntado por la forma en la que le recibe México, Ramón Vargas indica que siempre que acude a su país de origen, ha de ser durante un periodo extenso, a causa de su pasión por la comida mexicana y la necesidad de tomarse un tiempo entre banquete y banquete por lo picante que puede resultar. De igual modo, señala los problemas con alergias que tiene en Ciudad de México, lo que le afecta a la voz. Sin embargo, declara que le encanta estar en México, poder cantar allí y compartir tiempo con el público.
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