Una escalera sin peldaños y un Don Juan que no existe
Obra: Como subir una escalera sin peldaños, foto-teatro musical de César Camarero. Texto: Virginia Nogueira. Intérpretes: Rocío de Frutos, Manolo Caro, Taller Sonoro. Fundación Juan March. Madrid, 1-V-2025
Obra: Don Juan no existe. Música: Helena Cánovas. Libreto: Alberto Iglesias. Intérpretes: Montserrat Seró, Josep-Ramón Olivé, Pablo García López. Solistas de la Orquesta Titular. Jhoanna Sierralta. Teatro Real. Teatros del Canal. Madrid, 7-V-2025
Como subir una escalera sin peldaños en la Fundación Juan March Foto: Dolores Iglesias
En pocos días, se han presentado en Madrid dos óperas de cámara importantes. Buena noticia, porque en ópera, como en los demás géneros, cámara significa cercanía y verdad. En coproducción con el sevillano Espacio Turina, la Fundacion Juan March ha presentado Cómo subir una escalera sin peldaños, de César Camarero (1962), compositor que, además de obras, idea géneros con naturalidad y talento.
Como en un contrapunto imitativo a tres, este “foto-teatro musical”, tiene tres entidades narradoras: fotografías tomadas a una actriz (Rocío Frutos), voz en off de un actor (Manolo Caro) y, sobre todo, música en vivo de un grupo instrumental (Taller Sonoro). Ese “sobre todo” es el que nos autoriza a hablar de ópera.
La música es leve y se agita y enriquece cuando decaen las fotos y el off, pero, como siempre en este compositor-poeta, las cosas, los objetos sonoros, resultan ser más de lo que parecen. La historia es detectivesca, pero la investigación acaba dando en indagación poética en la figura del padre, tema recurrente en Camarero. Lo mejor: la originalidad de la idea y su tono llano, alérgico al énfasis.
Don Juan no existe en Teatros del Canal Foto: Javier del Real
Por su parte, el Teatro Real está llevando a los Teatros del Canal Don Juan no existe, de Helena Cánovas (1994), ganadora en 2022 del Premio Europeo Carmen Mateu y estrenada en el Festival de Perelada. Es una indagación creativa sobre la figura y obra de Carmen Díaz de Mendoza, de la que no queda apenas nada.
Confundiendo realidad y ficción como Don Quijote con los monigotes de Maese Pedro, Carmen la emprende contra Don Juan, que no existe, porque no es persona, sino personaje (¡aunque vaya si existe!). Sin renunciar a la rabia, Cánovas trata esta cuestión con trazo fino. El asunto vira luego hacia la angustia del creador y, en concreto, de la creadora.
La música es muy personal en su reunión de recuerdos mozartianos, lenguaje actual y electrónica en vivo. El recitativo es a la vez del XVIII y de hoy. La línea vocal, pegada sabiamente a la palabra, da margen a la expansión lírica. El libreto es reiterativo, pero hace muy buen uso del castellano. Brillaron los cantantes, encabezados por Montserrat Seró, y el gesto de la directora venezolana Jhoanna Sierralta, increíblemente preciso y afilado. La escena de Barbara Lluch enfrenta el blanco de la mujer creadora con el negro de la tinta de sus escritos, que termina derramándose y perdiéndose.
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