7 de octubre de 2024

Radio Clásica

Argentina

Crítica: Fidelio en el Gran Teatre del Liceu

Un Fidelio por debajo de lo esperado

Fidelio, L. van Beethoven. Reparto: Tamara Wilson, Andrew Staples, James Rutherford, Shenyang, Gabriella Reyes, David Portillo, Patrick Blackwell. Coro Manos Blancas (Dir. María Inmaculada Velásquez-Echevarría); Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana (Dir. Xavier Puig); Coro del Gran Teatre del Liceu (Dir. Pablo Assante). Deaf West Theatre. Director artístico: Dj Kurs. Director de escena: Alberto Arvelo. Orquesta Sinfónica de Los Ángeles (Dir. Gustavo Dudamel). Versión de concierto semi-escenificada. 27 de mayo de 2024.

Han pasado 15 años de la última vez que esta ópera de Beethoven se vio en el Liceu. Fue entonces en representación escénica y con un reparto encabezado por Karita Mattila, entonces en plena forma vocal. En esta ocasión se ha tratado de una representación en forma semi-escenificada, siendo el mayor atractivo inicial la presencia al frente de la dirección musical del director venezolano Gustavo Dudamel. La verdad es que el resultado no ha respondido a las altas expectativas previas.

Generalmente, se habla de representaciones semi-escenificadas, cuando podría hablarse perfectamente de versiones de concierto, a las que se añade algún movimiento por parte de los solistas. En esta ocasión sí podemos hablar de semi-escenificada, a la que no faltaba sino escenografía para ser completa.

En la presentación de esta ópera se ha hablado de un espectáculo para sordos, lo que me resultaba bastante extraño. Precisamente, ahí ha radicado en buena parte el decepcionante espectáculo, al que me refería más arriba.

Los solistas han estado siempre con un doble como actor a su lado expresándose éste con amplios movimientos de brazos, lo que no ayuda precisamente a concentrarse en la música y el drama. Incluso el coro, tan importante en esta ópera, ha contado también con un grupo de actores en movimiento. Por otro lado, los recitativos se han suprimido, sustituidos por la gestualidad de los actores, entendiéndose lo que hacían leyendo en la pantalla superior.

Antes de la famosa obertura, hay un actor que durante 6 minutos y en lenguaje de sordos explica la acción que viene a continuación, de lo que nos enteramos a través de la mencionada pantalla. Todo esto no ayuda a disfrutar de la ópera, especialmente la continua repetición de silencios a lo largo de toda la obra. Puede haber sido una experiencia pionera, pero el resultado ha dejado que desear, al menos en mi opinión.

Como digo más arriba, el gran atractivo de este Fidelio era la presencia en el foso de Gustavo Dudamel, a quien considero uno de los directores más importantes de la actualidad. No diré que esperaba de su lectura un resultado tan excepcional como el que guardo en mi memoria de las que he podido disfrutar con Zubin Mehta en Valencia o con Kirill Petrenko en Múnich, pero el resultado ha quedado claramente por debajo, en lo que puede también haber influido el hecho de haber tantas paradas silenciosas a lo largo de la ópera. En cualquier caso, la dirección de Dudamel me pareció correcta, pero un tanto corta, especialmente en la primera parte de la ópera, ofreciendo lo mejor en la escena final.

Fidelio, L. van Beethoven. Reparto: Tamara Wilson, Andrew Staples, James Rutherford, Shenyang, Gabriela Reyes, David Portillo, Patrick Blackwell. Coro Manos Blancas (Dir. María Inmaculada Velásquez-Echevarría); Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana (Dir. Xavier Puig); Coro del Gran Teatre del Liceu (Dir. Pablo Assante). Deaf West Theatre. Director artístico: Dj Kurs. Director de escena: Alberto Arvelo. Orquesta Sinfónica de Los Ángeles (Dir. Gustavo Dudamel). Versión de concierto semi-escenificada. 27 de mayo de 2024.

Gustavo Dudamel

A sus órdenes estuvo la Orquesta Los Angeles Philarmonic, que tampoco me pareció excepcional. El Coro lo hizo bien, estando formado por el Coro de Cámara del Palau de la Música y el Coro del Liceu.

El reparto vocal no ofrecía grandes figuras y tampoco destacó por su calidad.

Fidelio o Leonore era la soprano americana Tamara Wilson, que ofreció lo mejor vocalmente de la noche. Su voz tiene calidad y canta con gusto. Para ella fueron los únicos aplausos a escena abierta tras su aria del primer acto.

Florestán era el tenor británico Andrew Staples y su actuación me resultó poco convincente. La voz no tiene una gran calidad y su emisión es un tanto engolada, cantando todo en busca de volumen. Es bien sabido que el personaje de Florestán es uno de los más difíciles de cantar para un tenor y, como tantos otros, pasó apuros en su aria de entrada.

El carcelero Rocco fue interpretado por el también británico James Rutherford, que estuvo correcto, con el inconveniente de que su voz responde más a la de barítono que a la de auténtico bajo, que yo claramente prefiero en este personaje.

Pizarro era el bajo barítono chino Shenyang, que lo hizo bien, ofreciendo una voz amplia, aunque algo corta en graves.

Correcta y no mucho más la soprano nicaragüense Gabriella Reyes en la parte de Marzelline. Lo mismo se puede decir del tenor David Portillo como Jaquino. Finalmente, Patrick Blackwell me gustó en la parte del ministro Don Fernando.

Fidelio, L. van Beethoven. Reparto: Tamara Wilson, Andrew Staples, James Rutherford, Shenyang, Gabriela Reyes, David Portillo, Patrick Blackwell. Coro Manos Blancas (Dir. María Inmaculada Velásquez-Echevarría); Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana (Dir. Xavier Puig); Coro del Gran Teatre del Liceu (Dir. Pablo Assante). Deaf West Theatre. Director artístico: Dj Kurs. Director de escena: Alberto Arvelo. Orquesta Sinfónica de Los Ángeles (Dir. Gustavo Dudamel). Versión de concierto semi-escenificada. 27 de mayo de 2024.

Tamara Wilson (de blanco) y su doble

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 36 minutos, incluyendo un intermedio y todos los silencios a los que me he referido.

El Liceo ofrecía una excelente entrada, próxima al lleno. No hubo aplausos a escena abierta con excepción del aria de Fidelio y un atisbo tras el dúo de Fidelio y Florestán en el segundo acto. Ni siquiera los hubo para la obertura de la ópera.

José M. Irurzun

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