2 de octubre de 2024

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Argentina

Critica: Atlàntida, el somni d’Isabel

Josep Pons con la Orquesta de Valencia. Foto Miguel Lorenzo

El somni d’Isabel

Programa: Atlàntida (Prólogo, partes 1 y 3), de Manuel de Falla. Dafnis y Cloe (suites 1 y 2), de Maurice Ravel. Núria Rial (Isabel),Maite Beaumont (Pirene), Damián del Castillo (Corifeo), Quiteria Muñoz (Dama de la corte), Pilar Garrido (Infante, Paje). Cor de la Generalitat Valenciana (Francesc Perales, director). Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director: Josep Pons. ­Lu­gar: Castelló (Auditori). Entrada: Alrededor de 900 personas. Fecha: viernes, 4 febrero 2022 (interpretado el 3 de febrero en el Palau de les Arts).

Ha querido la casualidad que el mismo día que se escuchaba en el Auditori de Castelló la eternamente inacabada Atlàntida de Manuel de Falla falleciera en Madrid su sobrina y única descendiente, Isabel de Falla, quien defendió siempre a capa y espada el legado de quien es el mayor creador que ha dado la música española desde los tiempos remotos de sus admirados polifonistas. El momento sublime de la ‘Salve marinera’ -único fragmento de Atlàntida escrito en español, el resto es en catalán, de Jacint Verdaguer-, porticado por ‘El somni d’Isabel’ y ‘La nit suprema’, supuso el más hermoso e íntimo homenaje que los músicos de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, el Cor de la Generalitat y Josep Pons podían rendir a la otra Isabel, a la que vivió con el empeño de proteger y difundir la obra de Falla. También con el “somni” de imaginar completada la obra última y “suprema” de su tío.

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Isabel Falla

Josep Pons, que al comienzo del concierto se dirigió con breves pero emotivas palabras al público para anunciar que dedicaban el concierto a la memoria de Isabel de Falla, es el más fervoroso y fiel apóstol de la música del compositor gaditano, que ha dirigido, grabado y regrabado. Su pasión por Atlàntida viene de siempre. Ya en 1996 dirigió en Granada una espectacular versión escénica ante la misma fachada de la Catedral de la ciudad amada por Falla. Cantó entonces el mismo Cor de la Generalitat que lo ha hecho ahora, en una selección que reunió el prólogo, y las partes primera y tercera, que sigue la estrenada en 1976 por Jesús López Cobos en el Festival de Lucerna, ultimada por Ernesto Halffter y conocida como “Versión de Lucerna”.  

Atlàntida ha recalado en las mediterráneas València y Castelló en interpretación absolutamente memorable. De tanta hondura expresiva como excelencia vocal e instrumental. En la que nada faltó ni sobró. Emotiva, impactante, sobrecogedora y de una intensidad mística próxima al inspirador Parsifal. Escuchar Atlàntida así es una invitación a imaginar que, a lo mejor, y como la Incompleta de Schubert o Turandot de Puccini, la plenitud de Atlàntida, el sueño de Isabel, de la sobrina Maribel, estuviera ya cumplido desde su inacabada perfección. También a reflexionar sobre la eternidad suspensa de la obra maestra.

Falla depositó su “mayor entusiasmo” en un “oratorio-escénico” que “existía dentro de mí desde los años de la infancia, cuando en Cádiz, mi ciudad natal, se me ofrecía el Atlántico a través de las columnas de Hércules y mi imaginación volaba hacia el más bello jardín de las Hespérides”, dijo en 1927, cuando comenzó a concretar en el papel pautado su inacaba página maestra. Acaso, y como mantiene el maestro Pons sin “en absoluto” renegar de lo hecho por Ernesto Halffter, sea “el momento de revisar todo lo que hay de Atlàntida y hacer una versión de concierto basada en lo que dejó don Manuel”.

Josep Pons ofició más que dirigió a una Orquestra de la Comunitat Valenciana en día de gloria. Tanto como el Cor de la Generalitat, que desde su creación en 1987 mantiene especial vínculo con la música de Falla y el maestro catalán. Unos y otros recrearon una versión a la que, a pesar de ser incompleta, en absoluto es exagerado considerar como la mejor y más genuina escuchada hasta la fecha. Es fácil imaginar a Falla y a su sobrina Isabel emocionados y fascinados dios sabe dónde compartir silenciosamente el misterio renovado de Atlàntida.

Al matizado, intenso y quieto prodigio sinfónico-coral se sumaron las voces solistas de la soprano Núria Rial -cristalina Reina Isabel-, Maite Beaumont como dramática Pirene y el barítono Damián del Castillo, que supuso un perfecto Corifeo, el narrador hermano del Gurnemanz parsifaliano, como también lo son las siete “hespèrides” atlántidas de las seis tentadoras «muchachas flor» del «Jardín mágico» de Klingsor. Aplauso sin reservas merece, igualmente, la soprano valenciana Quiteria Muñoz como convincente “Dama de la corte”. Completó el elenco solista la chilena Pilar Garrido, del Centre de Perfeccionament, que defendió con su voz ligera y nerviosa el doble papel infantil de Infante y Paje.

La respuesta del público catellonense, cálida y entusiasta tras una audición significativamente callada, con ese silencio revelador de que algo ciertamente grande ocurre en el escenario, fue prueba certera de que Atlántida es, así como está, obra perfectamente acabada. Después de estas interpretaciones -el viernes en Castelló y el jueves en València- no se antoja tan extremado el juicio que tras el estreno, en Barcelona, en 1961, llegó a equiparar Atlàntida con La Pasión según San Mateo de Bach, como escribió entonces Bernard Gavoty en Le Figaro.

Antes, en la primera parte del extenso programa, coro, orquesta y Pons ofrecieron una sutil y suntuosa lectura, plena de colores, registros y matices, de las dos suites de Dafnis y Cloe de Ravel. Las extremas dinámicas, el esmero puntilloso y amplitud con el que músicos y maestro atendieron cada secreto y detalle de la partitura fueron claves de una interpretación de elevada factura vocal e instrumental, cuyas virtudes quedan simbolizadas en las sustanciales intervenciones de la flauta solista Magdalena Martínez, artista cuya veterana maestría es un lujo en la Orquestra de la Comunitat Valenciana y en cualquier otra. Justo Romero.

Publicado en el diario Levante el 6 de febrero de 2022.

 

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