2 de octubre de 2024

Radio Clásica

Argentina

Y la Alondra se subió a la parra

Y la Alondra se subió a la parra

Tras el fracasado desembarco en la Orquesta Nacional, a pesar de la presión de todo tipo de apoyos mediáticos, políticos, diplomáticos y financieros, finalmente la directora de orquesta Alondra de la Parra ha conseguido la titularidad de una orquesta española: la ahora desventurada Orquesta de la Comunidad de Madrid. Un dedazo sin contemplaciones ni paños calientes. Una cacicada aprofesional que sonroja y escandaliza a cualquiera que sepa de qué va este mundo de la música clásica, de las orquestas y de los directores. Alondra de la Parra jamás antes había dirigido la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Es decir, una aberración, un matrimonio sin relaciones previas, impuesto y torticero hasta el escándalo. Un tejerazo, vamos.

Como ya se publicó cuando el intento frustrado de recalar en la OCNE, Alondra de la Parra es una directora de orquesta de bajo perfil, que en circunstancias normales jamás hubiera llegado a acariciar el podio de una formación sinfónica como la Nacional. Tampoco ahora el de la ORCAM, conjunto liderado durante años por Víctor Pablo, y desde 2021, por la polaca Marzena Diakun, respetable maestra -esta sí- que ha desarrollado una notable labor como titular, y cuyos quilates en el podio son incomparablemente superiores a los de la mexicana-estadounidense, nacida en Nueva York en 1980.

Apoyada en poderosos medios financieros y miembro de una acaudalada familia mexicana -su padre, Manelick de la Parra Vargas, disfruta de enorme poder de influencia en México, país en el que PRISA y Telefónica tienen fuertes intereses-, la carrera de Alondra de la Parra persiste pese a la serie de contrariedades, trompicones y fracasos que la jalonan. Su titularidad  en la  Queensland Symphony Orchestra resultó tan quebrada como su fallido intento de dirigir La flauta mágica en la Staatsoper Berlín, cuando tras pocos y “desastrosos” ensayos, la comisión artística de la Orquesta fue directamente a Barenboim para pedirle que cortara de cuajo su presencia en un podio al que nunca debería de haber accedido.

Sería interminable aquí enumerar los reiterados casos en los que, tras los primeros ensayos, las comisiones artísticas de las orquestas han acudido a sus respetivas gerencias para pedir que Alondra no vuelva a ser invitada. Pese a todo, en Barcelona, en el Liceu, y frente a la contrariedad de tantos músicos y los bajos resultados artísticos, sí logro concluir la serie de funciones de Turandot programada los pasados meses de noviembre y diciembre. “En su debut operístico barcelonés, la directora Alondra de la Parra, muy aplaudida por el público, ha mostrado poca experiencia en el género, con altibajos en la concertación –el coro las ha pasado canutas para cuadrar algunas escenas– y más decibelios en la orquesta que intensidad dramática”, escribió con prudencia Javier Pérez Senz en Scherzo.

Personaje mediático, empático y con medios. De sonrisa y talante agradables. De pose, photoshop y mercadotecnia en vena. De verdades y mentiras a medias. Latina, aunque nacida y criada en Estados Unidos. Explota con demagogia de corto vuelo su condición de mujer.  Sea lo que sea, hombre o mujer, La Parra es una mala batuta. No es, ni por asomo, Simone Young, Joanna Mallwitz, Karina Canellakis, Dalia Stasevska, Kristina Poska, Mirga Gražinytė-Tyla, Elim Chan, Susana Malkki o tantas otras profesionales de la batuta que pueblan y lustran la escena contemporánea, Marzena Diakun incluida.

 Más preocupada en el efecto que en revelar la esencialidad del pentagrama. Es conocida, a ambos lados del Atlántico, su gestualidad vacía y demagógica, “en movimiento continuo, un punto demagógica”, como escribió Luis Suñén en Scherzo. Su carrera e imagen están forjadas a base de dichos y redichos de andar por casa: “Su entusiasmo y carisma al frente de una orquesta son inspiradores, magnéticos”, y así podrán encontrar por internet mil y una cursilerías y lugares comunes. Ella misma se define como “artista que dirige, entrevista, produce, conecta, invita y promueve que la gente se acerque a la música clásica”. 

Con currículo inflado hasta el bochorno, y utilizando el repertorio latinoamericano como baluarte de una carrera a codazos, que recala en la ORCAM sin proyecto conocido “en profundidad”, como reconoce la propia institución: “La nueva directora inaugurará su proyecto artístico para la entidad en la temporada 24/25, cuyos detalles se conocerán en profundidad durante la presentación que tendrá lugar esta primavera”. Se apunta que Alondra cobrará 10.000 € por programa. Una cifra inasumible, por ejemplo, por el Teatro de la Zarzuela -la ORCAM es la orquesta titular del teatro-, que tendría que hacer encaje de bolillos y estrujar en el cachet de los cantantes para poder asumir tan desorbitado despilfarro.

Punto y aparte merecen las declaraciones de su “madrina” en la “popular” corte de Isabel Ayuso, la ex-flautista de la Orquesta de la RTVE y ahora gerenta de la ORCAM María Antonia Rodríguez, quien ya contó con ella en su breve travesía por el auditorio Baluarte de Pamplona. “Alondra de la Parra”, canta Rodríguez, “es una artista completa, la candidata idónea para lograr nuestros objetivos artísticos y nuestras metas como fundación pública, que se debe a los ciudadanos y ciudadanas”. A “su excelencia y gran experiencia artística” hay que sumarle “su poder de liderazgo, así como su especial conexión con el público, lo que hace de ella la persona más adecuada para encabezar el proyecto que desarrollaremos con mucho trabajo e ilusión desde la temporada 24/25”. Vamos, como si este nuevo “mirlo blanco” en que ha devenido esta alondra ahora subida a la parra fuera la mismísima Nadia Boulanger. Cosas veredes… Justo Romero

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