Por Patricia Casañas
Astor, Nosotros. Compañía de Leonardo Cuello. Bailarines: Ayelén Álvarez Miño, Laura Zaracho, Marilú Leopardi, Julia Urruty, Jimena Calarco, Esteban Simón, Federico Ibáñez, José Lugones, Juan Pablo del Greco y Quique López. Diseño de vestuario y escenografía: Nora Churquina. Diseño de iluminación: Magalí Perel. Coreografía y dirección general: Leonardo Cuello. En la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (Av. Corrientes 1543, CABA), los jueves a las 20 hs, hasta el 4 de agosto.
Resulta evidente que la inmovilidad en que bailarines y coreógrafos se vieron sumidos durante 2020 y casi medio 2021 devino una arrolladora energía creativa. Y es por eso que los escenarios pospandémicos de hoy están poblados de propuestas de todo tipo, para regocijo de todo el universo del movimiento danzado.
La Compañía que Leonardo Cuello dio a luz en 2005 no es la excepción. Con la excusa de los cien años de su nacimiento, el coreógrafo pergeñó un magnífico homenaje a Astor Piazzolla, hoy referente indiscutido de la música de nuestro país. Cualquier escucha desprevenido puede identificar su estilo revolucionario, que dio comienzo al “nuevo tango” o “tango de vanguardia”, con armonías y ritmos impensados hasta su llegada. Estilo que aún hoy conserva su frescura, y es punto de partida para nuevas miradas y propuestas.
Con una fusión eficaz de danza moderna y tango, Astor, Nosotros es una buena muestra de cómo ya sea con zapatillas de punta, pies descalzo o tacos, la danza nunca ha sido ajena al embrujo de los compases piazzollianos. Cinco parejas son las protagonistas de este logrado espectáculo que lleva el sello de calidad de Cuello, de consolidada trayectoria en el tango escénico.
El desfile inicial marca un clima onírico que Cuello logra gracias a la utilización de movimientos en cámara lenta. En ese comienzo ya quedan expuestos elementos que serán una constante: el propio Astor (muy buena caracterización de Federico Ibañez), el sonido de las olas de su Mar del Plata natal, la musa, el contraste con la ciudad, sus bocinas y su bullicio. Hay una evolución temporal marcada por el excelente vestuario de Nora Churquina que abarca desde livianos vestidos de los años 40 hasta actuales jeans rasgados en las rodillas, pasando por elegantes pantalones anchos. Churquina es también la responsable de una inteligente escenografía que se adapta a todas las escenas, basada en una escalera rodante y seis estructuras traslúcidas móviles que absorben, aprisionan y expulsan a los bailarines según las necesidades expresivas de la obra.
La nota actual está dada por una escena lésbica, que demuestra la adaptabilidad de la música de Astor. Desfilan Escualo, Fugata, y otros famosos temas del bandoneonista y compositor, que desembocan en un mix de ecos de su propio decir que termina con una alusión a los bailarines, “esos que usan los pies”. El final con Libertango remata admirablemente el trabajo de Leonardo Cuello, al frente de una muy pareja compañía de excelente nivel artístico.
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