La soprano comparte sus vivencias tras la pandemia, su experiencia al volver a actuar, su opinión sobre la situación de la música y la ópera contemporáneas y sus próximos proyectos
Los dos años transcurridos desde el inicio de la pandemia han sido especialmente convulsos para Sondra Radvanovsky, tanto en lo personal como en lo profesional. En una entrevista para el diario argentino Clarín, la cantante ha abordado su tránsito desde el confinamiento hasta la recuperación de la normalidad en su agenda y en los teatros, así como sus inquietudes respecto a las implicaciones de su profesión con el público, las resonancias de su vida personal sobre el escenario y la necesidad de la música y la ópera de incorporar voces actuales, plurales y diversas. Abrirá la temporada del Met como «Medea»-
Lo primero sobre lo que se detiene es la pausa que le concedió el confinamiento, “una oportunidad para ver lo que había hecho hasta ahora, revalorarlo y preguntarme ¿Todavía amo lo que hago? ¿Quiero seguir haciéndolo?”, confiesa. En primer lugar, siente haber recuperado la fuerza interior de sus primeros años de carrera, mermada con el paso del tiempo – “Me di cuenta de que amo aún más lo que hago y de que tengo una gran pasión por cantar” -; en segundo, destaca el riesgo de la Covid-19 para los cantantes, de la que se desconocen los posibles efectos a largo plazo; y en tercero, Radvanovsky pone el foco en la dimensión emocional, esencial en el canto: “Cuando estás muy sensible, la primera cosa que se cierra es tu garganta por las ganas de llorar. [Durante el confinamiento] trataba de cantar dos notas y solo lloraba”. Fue entonces cuando se asoció con la soprano Keri Alkema para discutir sobre su profesión en Youtube, un programa que llamaron ‘Screaming Divas’. “Keri y yo hicimos charlas distendidas con personajes del mundo de la cultura y hablamos de todo. De hecho, se convirtió en una especie de sesión de terapia. Entonces me di cuenta de que puedo hacer algo más que solo cantar”, apunta.
Relajadas las medidas de seguridad e higiene que permitieron la entrada del público al teatro y devolvieron su pulso habitual a la vida cultural, Radvanovsky subraya la posición del público en el diálogo con lo que sucede sobre el escenario: “Necesitamos esa vitalidad, esa reacción, porque nos da y nos devuelve la energía que entregamos. Nos alimenta y nos hace mejores intérpretes”. Sin embargo, también esa respuesta es un termómetro que evalúa la correspondencia entre la situación musical y la social: “El mundo de la ópera necesita un cambio. La ópera es una de las formas musicales más antiguas y siento que sigue en la oscuridad de esa antigüedad en la que empezó. Creo que con el movimiento #MeToo, la inclusión e igualdad con la comunidad LGTBQ, y luego la pandemia han forzado a la ópera a avanzar hacia los tiempos más modernos”, declara. “¿Estamos en 2022? Creo que todavía no. Pero estamos yendo hacia allí y estamos viendo más diversidad en nuestra área artística, y más mujeres directoras en la ópera. Pienso que cuando vas a la ópera quieres conectarte con lo que pasa en el escenario, si sólo ves personas que se parecen a mí, no todos podrán identificarse con lo que se muestra. Siempre llamo a la ópera «suspensión del descreimiento». No puedes creer que tengo 15 ó 16 años como Violetta – La Traviata -, cuando tengo 53. Pero podemos, tal vez con un buen vestuario y mucho maquillaje, pretender que sí. Sin embargo, si hay una mujer latina entre el público que quiere ver a alguien que se parezca a ella, o un hombre gay, y quiere relacionar con esa situación, nosotros tenemos que proporcionársela porque estamos en 2022. Tenemos que permitir que las personas se sientan cómodas para expresar quiénes son. Y de eso se trata la ópera, de que puedan relacionarlo con lo que ven sobre el escenario”.
Sondra Radvanovsky mostró su estrecho vínculo con el repertorio italiano, con Puccini y el verismo en particular, tanto por la adecuación de sus características para su voz como por “lo catártico” de sus evocaciones: “A mis 53 años, atravesando una situación emocional muy difícil – su madre falleció recientemente y se encuentra en el proceso de separación y divorcio de su exmarido – es purificador hablar de pérdida y de muerte”, confiesa. “La actuación operística es una manera de liberar las emociones. Y mi terapeuta me dijo: «Sandra, lo único en tu vida que no ha cambiado nunca es tu canto y tu habilidad para cantar. ¡Úsalo ahora mismo para ayudarte con todas tus emociones y sentimientos!». Justo cuando ella me dijo esto, pensé, “bueno, es lo que el público siente también”.
El Metropolitan Opera de Nueva York abrirá sus puertas a la temporada 22/23 el próximo 27 de septiembre con una nueva producción de Medea de Cherubini, en la que Radvanovsky interpretará el papel protagonista. Inmersa en el estudio de este papel, la soprano se define como una cantante que “necesita poner el 150% de sí misma en lo que esté haciendo”, por lo que suele rechazar funciones que coincidan en tiempo con otros compromisos: “Me cuesta dinero porque no salgo a cantar, pero después es muy bueno lo que se almacena en mi cerebro. Al no estar distraída, la obra puede instalarse completamente en mi vida, en cada aspecto: las palabras, la música, el personaje, todo”.
Con esta determinación, Radvanovsky muestra su afinidad por los retos personales y señala algunas de sus ambiciones: “Hay un par de roles, como La fanciulla del West, La Fuerza del destino, que me interesan. También incorporar más del repertorio checo, por mis antepasados. Y posiblemente repertorio alemán. Tal vez empiece Ariadna en Naxos de Richard Strauss. Canté algo de Strauss en el recital que di en el Carnegie Hall. Pequeños pasitos y después veremos. Todavía quiero completar todo el repertorio italiano, Fedora (Umberto Giordano) es una de las que me interesa. También La Gioconda (Amillcare Ponchielli), son roles que tengo en las próximas temporadas. Creo que tengo algo que decir en todos esos roles y voy a hacer un giro escénico, porque las grabé, las canté en recitales, pero no las hice en la escena. Y es completamente diferente”.
El Teatre del Liceu espera a la soprano estadounidense en 3 ocasiones la próxima temporada. Su primera actuación será como Floria Tosca en la producción de esta ópera que abrirá el año 2023; la segunda, como Lady Macbeth en la ópera de Verdi que el coliseo barcelonés presentará con un montaje de Jaume Plensa en febrero); y por último en un recital junto a Piotr Beczala (13 y 16 de julio).
Lea la entrevista completa aquí.
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