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Quincena Musical Donostiarra, “¿Te lo esperabas, Irantxu?

PorBeckmesser

Ago 6, 2025

La OCV seduce y convence en la Quincena Musical. ¿Te lo esperabas, Irantxu?

QUINCENA MUSICAL DONOSTIARRA. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Orfeón Donostiarra (José Antonio Sáinz Alfaro, director). Dirección: Mark Elder. Solistas: Nelson Goerner, piano; Federica Lombardi (soprano); Paula Murrihy (mezzosoprano); Xabier Anduaga (tenor), William Thomas (bajo). Programa: Obras de Chaikovski, Shostakóvich, Beethoven y Rossini. Lugar: Auditorio Kursaal (San Sebastián). Fechas: 3 y 4 de agosto de 2025.

QUINCENA MUSICAL DONOSTIARRA, Orquesta de Valencia, Orfeón Donostiarra, solistas

Quincena, Orquesta de Valencia, Orfeón Donostiarra, solistas

“¡Vaya sorpresa! ¡Menudo orquestón! ¿Te lo esperabas, Irantzu?”, le dijo una señora a su acompañante cuando ya pasadas las 22 horas del domingo abandonaba el Kursaal de San Sebastián. Acababa de escuchar una implacable Quinta de Shostakóvich que dejó a todos con un yugo en la garganta. Sedujo, deslumbró y convenció la Orquestra de la Comunitat Valenciana en su debut en la Quincena Musical. Han sido, efectivamente, dos conciertos memorables, en los que la formación titular del Palau de Les Arts de València, bajo el gobierno de su director in pectore, el inglés Mark Elder (1947), ha lucido sus mejores cualidades y revalidado los atributos que la acreditan como el gran conjunto sinfónico español del siglo XXI.

Fueron dos conciertos de éxito y descubrimiento, sí, pero sobre todo, de gran música. Asombró la calidad y virtuosismo de las interpretaciones, pero aún más la fascinación de la misma música cuando se dice con la expresión y fidelidad a las notas y espíritus con que el “orquestón” valenciano y su titular afrontaron ambos programas. Domingo y lunes tocaron obras tan diversas como el Primer concierto para piano de Chaikovski, la Segunda sinfonía de Beethoven y el Stabat mater de Rossini, además de la Quinta de Shostakóvich que tantísimo gustó a la amiga de Irantzu y al resto del público que en el último concierto abarrotó el Kursaal con un lleno propio del Festspielhaus de Bayreuth.

Rara vez se escucha una respuesta de público tan entusiasta, unánime y “embravecida” como cuando Elder y sus vigorosos músicos valencianos culminaron los dramáticos compases finales que cerraron sinfonía y programa. De propina, una obertura verdiana de I Vespri Siciliani que quedará en los anales por estilo y prestancia instrumental.

Antes de la sinfonía, en el concierto del domingo, el pianista argentino Nelson Goerner (San Pedro, 1969) puso de relieve virtuosismo, excelencia y maestría en su vigorosa y apasionada visión del Primer concierto de Chaikovski, obra enjundiosa que viene como anillo al dedo a su pianismo de alta factura y encendido aliento romántico. Lo tocó enfundado en el cómplice tejido sonoro que le brindaban sus aliados de la OCV y Elder, con centelleantes octavas (las del primer movimiento, pero también las del último) tan de cortar el aliento como el modo en que cantó, matizó y fraseó el lírico “Andantino semplice” central. Un preludio de Rajmáninov -el Opus 23 número 4– fue colofón fuera de programa de una interpretación de méritos acordes con la rotunda y entusiasta respuesta del público.

Quincena Orquesta de Valencia Mark Elder

Quincena Orquesta de Valencia, Orfeón Donostiarra, Mark Elder. Plano general

La segunda jornada vasca de la OCV contó con el plus coral de la colaboración con el Orfeón Donostiarra, recibido -como siempre- con el cariño y fervor de sus paisanos. Vascos y valencianos fueron artífices de un Stabat Mater de Rossini de elocuentes y genuinos quilates expresivos. Hondo, religioso y dolido, pero también teatral y dramático, con un “Amen, in sempiterna saecula” final que conmovió tanto tantísimo como el día antes el final de la sinfonía de Shostakóvich.

El Orfeón, que no anda precisamente en sus mejores horas, bordó, sin embargo y quizá contagiado por el nivel de los instrumentistas y maestro con los que compartía escenario, una actuación cargada del empaque y calidades que tanto han distinguido su gloriosa y larga trayectoria de 128 años “de pasión por la música y dedicación profesional a pesar de su espíritu amateur”.

En el cuarteto vocal solista, destacaron por goleada la soprano Federica Lombardi y el tenor Xabier Anduaga, quien sí es profeta en su tierra, e hizo brillar su voz en un palpitante y arrojado “Cuius Animam” coronado con un perfilado y valiente Re bemol sobreagudo. La Lombardi lució clase y maneras con una entonación lírica que se desenvolvió con soltura y estilo en el universo particular y de tanta raigambre belcantista que distingue la vocalidad rossiniana. Creó emoción y pasión en el aria “Inflammatus et accensus” e impuso ley vocal en el dueto “Quis est homo”, junto con la palidecida mezzo Paula Murrihy.

El cuarteto vocal se completó con el bajo británico William Thomas (el de la célebre bronca y hasta agresión de John Eliot Gardiner en agosto de 2023), quien, ataviado como si Iberia le acabara de perder la maleta, defendió con más discreción que brillo el gran momento que es la cantable aria “Pro peccatis”.

En la memoria de estos dos días de grandes músicas e intérpretes, queda también una Segunda sinfonía de Beethoven sin batuta que Elder, (que, sin embargo, sí utilizó en el Stabat mater), desde la calidad que brindan los dinámicos atriles valencianos, entiende palpitante, transparente y enfocada directamente al futuro. Los minuetos quedaron definitivamente atrás. Tanto como los tiempos en los que el sinfonismo español estaba relegado a los confines de Madrid.

Justo Romero

(Publicado en “Levante”)

 

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