La soprano vuelve la vista atrás y repasa su trayectoria desde un pequeño pueblo en Sudáfrica hasta los principales escenarios internacionales
Agradecida a su “don” y la confianza en una vocación que le ha impulsado a la primera línea del panorama lírico internacional, Pretty Yende se encuentra inmersa en su presentación den la Ópera de San Francisco, uno de los compromisos más relevantes en una agenda que prolonga compromisos a ambos lados del Atlántico.
Pretty Yende nació en Piet Retief, un pequeño pueblo en la provincia de Mpumalanga. Aunque la música estuvo muy presente en su infancia, a través del coro de la iglesia y los cantos en familia, Yende se decantó por la carrera lírica a raíz de un anuncio de televisión en el que sonaba el Dúo de las flores de Lakmé. «Atrapada por la ópera», Pretty Yende se formó en el South African College of Music, en la Universidad de Cape Town, bajo la tutoría de Virginia Davids, la primera mujer negra presente en los teatros de ópera durante el apartheid. Ella misma continuaría la estela trazada por su maestra al convertirse, unos años después, en la primera cantante negra en abordar papeles protagonistas en múltiples escenarios europeos y estadounidenses.
En una entrevista para San Francisco Classical Voice, Yende recuerda los primeros años marcadas por su determinación: “Así es como me criaron mis padres. Mi familia me decía que si quería algo en la vida, tengo todo lo que necesito para ir a por ello y hacerlo realidad. Desde la escuela, recuerdo pensar que tenía que hacer del trabajo duro mi mejor amigo, hacerlo tan próximo que no se sintiese como tal, y así es como me preparé para esta carrera”.
Esta perseverancia se manifiesta ahora como una profunda confianza en su instinto: “Todo lo hago desde el corazón”, confiesa, “Ser cantante de ópera es muy complejo, hay muchas capas en este trabajo, por lo que lo mejor es intentar empezar desde lo más simple: yo escucho la música y me detengo en lo que siento. Después estudio el personaje, estudio el texto, estudio la historia que hay detrás, qué pasaba en el tiempo de su composición”, detalla. “Confío plenamente en lo que el corazón me dicta en cada frase, que puede cambiar de un ensayo a otro, por eso ninguna interpretación es igual”, apunta, “Estoy siempre atenta a mis compañeros, a la interpretación musical, y entonces atiendo a mi instinto”.
De esta manera, subraya, el repertorio se mantiene siempre fresco, como ocurre con el papel de Violetta Valery que ahora encarna en San Francisco. La Ópera ofrece hasta el 3 de diciembre la nueva producción de Shawna Lucey, que cuenta con Eun Sun Kim como director musical y Jonathan Tetelman, Simone Piazzola, Philip Skinner y Taylor Raven en el reparto. Sobre la preparación del montaje y la vuelta al personaje, Yende da las gracias a un equipo absolutamente implicado y destaca “la libertad de diálogo” entre todas las partes, acoplando las ideas de los directores y la suya propia.
La Orquesta de Filadelfia, la Ópera de Viena, el Festival de Princeton y la Staatsoper Unter den Linden esperan a Yende en los próximos meses, donde participará como solista en la Cuarta Sinfonía de Mahler, Marie en La fille du régimen de Donizetti, en concierto, y como Micaela en la Carmen que se podrá ver en febrero en Berlín.
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