7 de octubre de 2024

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Oksana Lyniv: la mujer fuerte de Bayreuth

Oksana Lyniv: la mujer fuerte de Bayreuth

Por primera vez en la historia del festival una directora de orquesta estará al frente de una ópera, en este caso “El holandés errante”, que inaugura esta edición

Tiene 43 años y nació en Ucrania, en Brody, un 8 de enero de 1978. Le apasiona Mozart. Gusta de leer a Josep Roth, a quien considera un referente vital. Antes de salir a escena y empuñar la batuta con su mano derecha acostumbra a beber un café. Hasta ahí nada especial. Se llama Oksana Lyniv y es directora de orquesta. Y va a hacer historia en el Festival de Bayreuth, que se inaugura el domingo. Será ella, por primera vez en los 175 años de vida de este encuentro, quien dirija una ópera. Sus predecesores, nada menos que 92 han sido todos hombres. En 2021 se rompe esa maldita ley no escrita y el podio será ocupado por una mujer. La directora es una joven menuda pero a la que no falta garra. Tiene facciones dulces y movimientos pausados. “No tengo temor ni me invade el miedo. Si acaso la emoción por el lugar donde voy a trabajar. Su peso y su pasado están ligados a la historia de la música. Me infunde respeto, pero no lo temo”, ha confesado. El reto, añade, es “conseguir darle forma a esa obra total concebida por el músico alemán. Puedes sentir cuando estás aquí su energía. Él abrió las puertas a la nueva música. Creo que venir hasta aquí, hacer este peregrinaje tiene algo de budista en el sentido de que has de dejar atrás tu vida de cada día para enfrentarte a un desafío absolutamente especial”.

Durante seis semanas ha estado ensayando la ópera con la que ya ha inscrito su nombre en esta ciudad alemana. Cuando tuvo el foso a la vista le invadió una sensación extraña: estaba en Bayreuth. Palabras mayores. “Puedo dirigir de pie porque tengo la altura adecuada. Recuerde que esta llamémosle trinchera está hecha a la medida de Richard Wagner”, declaraba a un medio alemán durante un receso. Podrá ver el escenario sin problemas. Mide 1,66. Algunos de los nombres que la han precedido se han enfrentado a la orquesta sentados. Ella no lo hará así. Aquí todo es diferente. La posición de los músicos, por ejemplo, fue prescrita por el propio Wagner. Los primeros violines se sientan a la derecha y los segundos violines a la izquierda, con los contrabajos a cada lado de las cuerdas, lo que crea un sonido especial”, cuenta.

La única mujer en la universidad

Trabajar “El holandés” es para Lyniv vivir y sumergirse en esa partitura durante un tiempo: “Para mí significa sumergirme en la vida y en el mundo espiritual  del compositor. De ahí que estuviera durante un tiempo en Meudon, cerca de París, donde Wagner trabajó esta obra, una pieza de juventud en un momento delicado de su vida, amargado, sin apenas dinero, fracasado y embargado por la decepción. El arrojo juvenil le sirvió de revulsivo y se propuso levantarse y mostrar de lo que era capaz, un hecho que considero clave. Cuenta Oksana que cuando optó por estudiar dirección orquestal era una isla: la única mujer en la universidad de Lviv. Hubo un momento en que me pregunté: ¿Adónde vas por este camino? Me atrapó el magnetismo de la música. Poder dirigir La Sexta de Tchaikovsky, Tosca de Puccini, la Walkiria de Wagner o las sinfonías de Mahler, sobre todo estas, me emborrachó. Y fue entonces cuando sentí que estaba en el buen camino y que era lo que realmente deseaba hacer”.

¿Por qué ahora una mujer en el podio de Bayreuth? Después de más de 170 años ya está bien. Quizá los tiempos de Metoo hayan podido contribuir a dar cierta normalidad a una situación absolutamente anómala como esta: “Que yo esté dirigiendo no es sino una muestra de los tiempos que estamos viviendo, claro que sí. Espero que sea una historia positiva para todos. No será solamente importante para mí, sino para el mundo de la cultura”, ha declarado. Asegura que nunca se ha sentido ni discriminada ni señalada por su condición femenina. No ha tenido problemas y sí un buen puñado de oportunidades de trabajar que a buen seguro se van a incrementar en los próximos años.

Un traje con fajín

La primera vez que viajó a Bayreuth fue en 2013. La fecha la tiene grabada. Era agosto, por supuesto. Y Kirill Petrenko dirigía “La Walkiria”. Pudo asistir como espectadora y pronto recibió la invitación del maestro para convertirse en sus asistente en la Ópera Estatal de Baviera. Fue un viaje relámpago de Lviv a Bayreuth, ida y vuelta. Extremadamente sensible recuerda aquel momento como algo mágico. Aún desvela a varios medios germanos, se le pone la piel de gallina cuando recuerda el momento: “Se apagó la luz y se hizo la oscuridad total. No podías ver al director pero sí sentir a los cientos de personas que venían de todo el mundo para participar en esa comunión. De repente, la orquesta empezó a sonar y no sabes de dónde viene el sonido, porque suena casi místico, como si brotara de la misma tierra”.

En esa Torre de Babel que es este Holandés, que cuenta con la soprano Asmik Grigorian (de ascendencia armenio-letona) como Senta, el bajo barítono sueco John Lundgren y el regista ruso Dmitri Tscherniakov, Oksana va a atraer la atención. Además de lo contado, destaca por su vestuario. No será una indumentaria tradicional, sino que vestirá  trajes especialmente confeccionados para ella que le dan seguridad y al tiempo no le restan comodidad. Un atuendo con una banda o fajín ancho que ella asocia al kimono japonés y que la ayuda a mantener una posición erguida. Colecciona trajes nacionales ucranianos: “Son mucho más que una indumentaria, es el alma de un pueblo”, subraya. A Bayreuth llevará los colores patrios, sus bordados, una manera de pensar, de dirigir y de ser. Gema Pajares

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