El superintendente del Teatro San Carlo de Nápoles asegura, mediante una carta remitida al ministro de Cultura italiano, que llegará hasta las más altas instancias si es relevado de su cargo, atendiendo a que tiene más de setenta años, según señala la ley italiana. Él ha dejado claro que su contrato finaliza en 2025
Lo que empezó semanas atrás, exactamente tres, como una agria rueda de prensa para dar a conocer el esplendor devuelto al coliseo napolitano tras los trabajos de restauración, ha desembocado en un conflicto que tiene visos de convertirse en diplomático. Días atrás, el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, y el superintendente del Teatro San Carlo, Stéphane Lissner, se dedicaron duras palabras en un rifirrafe que poco tuvo de lírico. El gestor francés pidió explicaciones al político sobre su gestión, que este cuestionaba y aquel, lejos de rebajar la tensión, se levantó de su asiento, tachó de susceptible a Lissner con un amenazante dedo índice levantado y le conminó a que no se enfadara por sus palabras.
Alcanzar la excelencia
En medio de ambos, el alcalde de Nápoles, a buen seguro que deseaba que la convocatoria acabara para poner distancia y secarse las gotas de sudor lejos de miradas curiosas. “Tanto mi equipo como yo estaremos encantados de escuchar la manera en que el ministro quiere que este teatro sea más puntero y alcance los niveles de excelencia que merece. Y es una afirmación esta que me entristece tanto como me sorprende”, dijo con tono retador en clara alusión a las palabras del edil, que no acababa de vislumbrar la buena gestión ni la excelencia de la misma. “Puedo ver, continuó, todos los grandes éxitos logrados con la programación y la puesta en escena. Siempre es posible, además de necesario, mejorar. Pero ya que está aquí el ministro, le pido que nos dé ideas para llevarlo a cabo”. Saltaban chispas. Lissner no había digerido nada bien la pulla de Sangiuliano. Y aprovechó la reapertura para echárselo en cara al ministro.
La polémica, lejos de amainar, ha cobrado más fuerza y ahora amenaza con convertirse en un conflicto diplomático que enfrentaría a Italia y Francia. Al terminar la presentación de la nueva temporada, que tendrá en el horizonte el centenario de la muerte de Puccini, los medios se acercaron a Lissner y le preguntaron por las palabras del ministro, por su posible destitución, por las quinielas sobre quién podría sustituirlo, por los dimes y diretes que se han cruzado ambos, por todo lo imaginable. «Tengo un contrato de cinco años que termina en abril de 2025, todo lo demás son conjeturas«, recordó con rostro serio el superintendente, quien se mostró muy molesto sobre las afirmaciones vertidas por algunos medios italianos.
Jonas Kaufmann por partida triple
La próxima stagione abrirá con Turandot y habrá un total de doce títulos de ópera, seis nuevas producciones, cuatro ballets, dieciséis conciertos, la tercera edición del Festival de Piano y el festival de música de cámara. Entre las voces más destacadas, la de Jonas Kauffman, que estará en el San Carlo hasta en tres ocasiones, y directores de escena como Emma Dante (I Vespri Siciliani), Mario Martone (Don Giovanni), Krzysztof Warlikowski (El duque del castillo de Barba Azul y La voz humana), entre otros.
Y es que el gobierno, a través de una ley, pretende relevarlo de la dirección del coliseo para dar paso a Carlo Fuortes, director general de la RAI. Según esta norma el ejecutivo podría sustituir a los superintendentes que hayan cumplido 70 años, caso de Lissner, que los cumplió el pasado mes de enero. A través de una carta a los socios del teatro, al alcalde y al gobernador de la región informa de “que he dado orden a mis abogados para que sigan de cerca este asunto, y donde se persigue el dolo, puedan emprender cualquier iniciativa, debido a que esta normativa se opone de una manera manifiesta y notoria a la Constitución y al Tratado de la Unión Europea”. Sin embargo, en su despedida rubrica la misiva con la siguiente frase dedicada a Fuortes: ”Imagino que nadie querrá asumir la responsabilidad de la gestión del teatro como resultado de una maniobra ilegítima». Avisado está y Lissner promete dar toda la batalla que pueda. Las espadas están, pues, en alto. Dice un refrán muy español que “cuando las barbas del vecino veas pelar echa las tuyas a remojar”. Y no hay más que ver lo que ha sucedido con el superintendente de La Scala, Alexander Pereira. Gema Pajares
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