El 18 de noviembre de 2025, el Auditorio Nacional de Música de Madrid acogerá una de las grandes citas de la temporada sinfónica: la Orquesta Mozarteum de Salzburgo, dirigida por el maestro Trevor Pinnock, ofrecerá un programa que reúne tres obras capitales de la historia de la música: la obertura de La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart, el Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op. 104, de Antonín Dvorák, y la monumental Sinfonía núm. 5 en do menor de Ludwig van Beethoven. Tres lenguajes, tres épocas y una misma ambición artística: la búsqueda de la emoción, la verdad y la trascendencia a través del sonido.
El concierto se enmarca en la programación de La Filarmónica, que continúa acercando a Madrid a los mejores intérpretes y orquestas del panorama internacional. En esta ocasión, el histórico conjunto salzburgués, heredero directo de la tradición mozartiana, estará acompañado por la joven violonchelista Julia Hagen, una de las intérpretes más prometedoras de su generación, quien debutará en La Filarmónica con el Concierto de Dvorák, obra maestra del repertorio romántico.
La velada se abrirá con la obertura de La flauta mágica, compuesta en 1791, el último año de vida de Mozart. En apenas unos minutos, el compositor condensa el espíritu luminoso y simbólico de su ópera más enigmática: un canto a la sabiduría, la fraternidad y la razón frente a las sombras de la ignorancia.
El centro del programa estará dedicado al Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op. 104, de Antonín Dvorák, compuesto entre 1894 y 1895, durante los últimos meses de su estancia en Nueva York. Esta obra, considerada el culmen del repertorio concertante para violonchelo, combina la melancolía del exilio con la energía vital del folclore bohemio. Julia Hagen, miembro de una destacada familia de músicos de Salzburgo, aportará su sensibilidad y precisión técnica a esta obra, acompañada con maestría por la Mozarteum y bajo la batuta de Pinnock.
El concierto culminará con la Sinfonía núm. 5 en do menor, op. 67, de Ludwig van Beethoven, posiblemente la sinfonía más célebre de todos los tiempos. Desde sus inconfundibles cuatro notas iniciales —ese “destino llamando a la puerta” que se ha convertido en símbolo universal de la lucha y la victoria del espíritu—, la obra despliega un viaje desde la oscuridad a la luz, desde la tragedia a la redención. Estrenada en Viena en 1808, la Quinta marcó un antes y un después en la historia de la música, no solo por su potencia estructural y expresiva, sino por su mensaje de libertad y superación humana.
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