“Macbeth” es la décima de las óperas de Verdi y la primera que el compositor adaptó de un texto de Shakespeare. Malcolm, personaje de la obra, es el hijo mayor del rey Duncan. Acaba de ser nombrado Príncipe de Cumberland, es decir, es el próximo en la línea sucesoria para asumir el trono de Escocia. Iván Ayón-Rivas lo interpreta en el montaje que abre el día de San Ambrosio, como ya es tradición, la “prima” de La Scala, que será este año el primero que se represente entera después de la pandemia, pues en 2020 la apertura se tuvo que sustituir por un concierto de celebridades en “streaming”. El tenor nació en Perú. Tiene 28 años; sin embargo, no pocos le harían en la universidad, incluso en el instituto. Aparenta diez menos. Palabra. Tiene el pelo fuerte y crespo y gasta una sonrisa perfecta, aunque se le escapa la timidez por las costuras.
No es un juego de palabras: es peruano de Piura, una localidad del país que pasa por ser la más mexicana de aquella tierra. Se crio al son del mariachi. A los cuatro años debutó y su padre ya vio que el niño algo tenía en la garganta. “Es un orgullo trabajar con él. Aunque el público del mariachi es bien distinto al de la ópera. A aquel te lo tienes que ganar y no siempre es educado, mientras que al otro al menos sabes que le gusta y que entiende”, decía en una entrevista a un medio de su país. Su nombre ha sonado con fuerza desde que ganó tres premios en la última edición de Operalia: mejor cantante (ex aequo con la mezzo Victoria Karkacheva), mejor interpretación de zarzuela y el del público. Cuando recogió los galardones no tenía manos suficientes ni brazos para acunarlos. Dice que el “maestro Domingo le dio consejos de cómo poner la voz, de estilo, sobre todo, y me dijo que cante lo que cante disfrute y lo viva”. Y eso es lo que hace.
En la Champion de la lírica
El día 7 debuta en La Scala. Verle ensayar al lado de Francesco Meli impresiona. Se mide con soltura en el escenario, donde ensaya con vaqueros y deportivas, mientras detrás, sin quitarle ojo, Anna Netrebko (para quien esta es su quinta apertura scagliera) le sigue cada movimiento. Junto a ellos Ildar Abdrazakov y Luca Salsi. No podía tener el artista un debut más sonado. Ni más soñado. En el podio estará el maestro Chailly y la escena la firma Davide Livermore.
Sabía que el día llegaría, pero quizá un poco más tarde. Parte de su éxito es saber descansar. Diez horas, y lo cumple a rajatabla. La otra, no separarse de su mate, bebida que saborea con delectación antes de salir a escena “y que me da la fuerza y la energía suficientes para atreverme con lo que se me ponga por delante”, asegura. Después de cada sorbo confiesa que muta en un Fórmula 1. Atentos, pues a lo que pueda suceder en el templo italiano dentro de unas horas. Cuando llegó al país con forma de bota se tuvo que poner a trabajar de mariachi para pagarse la habitación y la comida. Hoy significa una anécdota en medio de una carrera meteórica. “Cuando comencé a trabajar en La Fenice ya me dediqué de lleno solo a la música clásica. No obstante, no dejé de ir a tocar con los mariachis porque es lo que más me gusta; mi pasión más grande es la música de mariachis”, suelta con dulzura.
El bis canario
Ya le han rebautizado como “el sucesor de Flórez”. Y a él se le antoja un orgullo porque admira a Juan Diego: “Para un tenor ligero, como él, el debut llega más temprano y rápido. Sin embargo, el nombre de Juan Diego en el mundo es un peso porque siempre que voy a nuevos teatros, siempre tendrán la expectativa alta”.
En España debutó en el Festival de Ópera de Las Palmas de Canaria el año pasado a lo grande con “L’Elisir d’amore”. Él no era la estrella, pero los titulares le dieron nombre y apellidos. ¿Quién es ese chaval peruano?, parecía que se preguntaba la crítica ávida de nuevos triunfadores. Y él, sabedor de que la foto le apuntaba, se marcó un bis antológico de “Una furtiva lacrima” que dejó al teatro boquiabierto. Un Nemorino que ya es historia. “Dediqué este bis a un tenor peruano amigo mío, alumno de Juan Diego Flórez, fallecido a los 26 años, al que escuché por primera vez este rol. También recordé a mi difunta abuela. Es algo grande para mí», dijo al acabar la representación.
Vive en Italia con sus padres y vuela a Perú cuando puede. Concurso al que se presenta galardón que se lleva bajo el brazo. Su madre lo describe así de orgullosa. Cuenta que cuando llegó apenas sabía decir “grazie” en italiano, “ni siquiera lo pronunciaba bien”, cuenta con una enorme humildad. Hoy parla el idioma de Dante como si fuera su lengua de nacimiento. Se llama Iván Ayón-Rivas. Promete. Gema Pajares
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