Por Gabriel Vaudagna Arango
Se silenció la danza española. Sibila, talentosa maestra y bailaora, falleció el primer día de mayo.
El domingo 1º de mayo, mientras muchos celebrábamos el día del trabajador llegó a mi conocimiento la triste noticia del fallecimiento de la bailarina, coreógrafa y maestra de danza española Sibila Miatelo.
La noticia trascendió y llovieron condolencias literalmente de todos los rincones del mundo. “La danza española está de luto en la Argentina”, “Una amiga que se va de gira”; “te fuiste temprano”; “implacable”…
Una profunda e inevitable tristeza se imprimió en las palabras de cientos de colegas de la danza.
Alguna señaló: “nos moldeaste a todas”. Hurgando en el dolor para tratar de dar con las palabras que expresaran aquello, me llegaron los recuerdos de mi primera vez en su escuela, de los primeros bailes y de la primera entrevista que le realicé como periodista.
Sibila había nacido en San Luis dónde comenzó a bailar a muy temprana edad en la academia de Graciela Ríos Saiz. Luego se trasladó a Buenos Aires a finales de los ‘80. Siendo adolescente, en 1992, ganó la Beca Antorchas para realizar estudios en España. Dos años después volvió a Buenos Aires y se transformó en primera bailarina del Ballet del Teatro Avenida, bastión de la cultura ibérica en el corazón de Buenos Aires.
Al poco tiempo Sibila crea su propia escuela: el Centro Cultural Sibila.
Una vez le pregunté cuál era el objetivo que se había fijado al fundar su escuela y ella me respondió: “uno va haciendo camino al andar, día a día a medida que va cambiando el mundo artístico, surgen nuevas posibilidades de expresión y de relación con otros coreógrafos que hacen posible la apertura para incursionar en cosas distintas”.
Le gustaba lo teatral. Mezclar lenguajes y narrar. Su voz siempre fue clara, sus movimientos amplios, su danza elegante, precisa. Siempre había algo para contar. De eso se trata la danza finalmente. Contar algo que pueda trascender el propio movimiento. Eso ha hecho Sibila, trascenderse a sí misma, transformar la danza española en Argentina, renovarla, e incentivar a muchas jóvenes a crear y a creer. Modeló los cuerpos de sus discípulas. Cultivó sus movimientos y le dio vida a algo que muchas definen como “la bailarina flamenca”, en la conjunción de una técnica de escuela y una disciplina que busca nuevas líneas, tomando aquellas viejas danzas en desuso para transformarlas nuevamente.
Siguiendo el modelo del Conservatorio Mariemma de Madrid, Sibila fundó en nuestro país la primera carrera de danza española avalada por el Ministerio de Educación. Al poco tiempo, cientos de bailarinas del interior empezaron a frecuentar sus aulas y sus seminarios.
Daba clases, montaba espectáculos, organizaba talleres, viajaba por el interior, pero lo más significativo fue la verdadera creación de un estilo de bailarina que impregnó a las siguientes generaciones.
En sus enseñanzas no sólo se habla de la danza, sino de respeto, constancia y trabajo. Aplaudida y querida.
Fue una trabajadora incansable y así lucho hasta sus últimos días contra una enfermedad cruel. Su legado habita los cuerpos de las nuevas generaciones. ¡La danza española en Argentina estará de duelo mucho tiempo, Sibila ha sido una verdadera Maestra! En eco llegan las voces de sus alumnos y alumnas: Respeto, admiración, orgullo y muy fuertemente un Gracias Maestra.
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