Gustavo Gimeno (València, 1976) será el próximo director musical del Teatro Real de Madrid. El maestro valenciano, que cosechó un memorable éxito el pasado mes de marzo en el coliseo madrileño con su vibrante dirección de El ángel de fuego de Prokófiev y está reconocido como una de las más solventes batutas de su generación, se incorporará al puesto en 2025, en que reemplazará al inglés Ivo Bolton. “Cuando apenas hace unos meses ensayaba en este teatro El ángel de fuego, de Prokófiev, poco o nada podía imaginar lo que sucedería y, por tanto, mi presencia aquí en este momento”, dijo ayer el maestro valenciano, durante la conferencia de Prensa en la que se anunció su nombramiento.
“Aquella cita para la producción de Prokófiev”, agregó, “se convirtió en una sucesión de momentos y descubrimientos fantásticos, que comenzó con el encuentro con el increíble equipo humano que nutre este teatro, su cuidado y calidez, así como su solvencia en el trabajo diario, y, por supuesto, la profesionalidad y entrega de la orquesta y coro, con los que compartí unas jornadas inolvidables”. El contrato prevé una duración de cinco años, que representan “un reto maravilloso que me llena de orgullo e ilusión. Me considero muy afortunado de que nuestros caminos se hayan cruzado precisamente en este momento. Aspiro a contribuir de la mejor manera posible a este proyecto artístico con el que me siento totalmente identificado”.
Con el nombramiento de Gustavo Gimeno, el Teatro Real marca un significativo paso adelante en su trayectoria y consolidación entre los grandes de la lírica internacional, al contar con el gobierno musical de quien es uno de los grandes de su generación. Gustavo Gimeno compatibiliza actualmente las titularidades de la Sinfónica de Toronto y Filarmónica de Luxemburgo con una apretada agenda como maestro invitado de orquestas de máximo rango, como la Filarmónica de Berlín, Radio de Baviera, Cleveland, Chicago, Los Ángeles, Filarmónica de Londres o Concertgebouw de Ámsterdam.
Apasionado de la lírica como sus maestros y mentores Bernard Haitink, Claudio Abbado y Mariss Jansons, Gimeno no dudó ayer en proclamar y reivindicar esta vocación operística: “Amo la ópera y todo lo que supone dar vida a una nueva producción; pero, sobre todo, me apasiona el trabajo en equipo y compartir”. Debutó en el ámbito operístico precisamente en su ciudad natal, en el Palau de Les Arts, de la mano sagaz de Helga Schmidt, quien pronto apostó por él y le invito a dirigir Norma de Bellini, con Mariella Devia como protagonista. Fue una entrada por la puerta grande y el comienzo de una carrera operística ecléctica y diversa, que cursa y recrea con pareja eficacia disímiles repertorios, de Verdi y Puccini a Mozart, Prokófiev o Janáček…
Afincado en Ámsterdam desde los 17 años, su carrera se ha desarrollado en el extranjero, y su presencia en orquestas y teatros españoles ha sido muy reducida. Pendiente está su debut con la Orquesta Nacional. “Bueno, pero tampoco es cierto que no frecuente España. He dirigido catorce funciones de Aida en el Liceu y El ángel de fuego en el Real, y mantengo una colaboración estable con el Palau de les Arts, donde prácticamente no hay temporada que no dirija”. En marzo de 2020, declaró con clarividencia a LEVANTE-EMV: “El tiempo disponible para atender otros compromisos es mínimo, y por tanto dirigiré [como invitado] muy pocas orquestas en las próximas cinco temporadas, pero seguro que haré ópera y parece ser que también en el Teatro Real de Madrid”. El “parece ser” se ha convertido hoy, apenas dos años después, en “director musical”.
El Teatro Real en absoluto es el primer gran templo lírico que ofrece su titularidad a Gustavo Gimeno. Desde el primer momento, el Palau de les Arts de Jesús Iglesias se volcó en él, de la misma manera que en su día, Helga Schmidt lo hizo con Jesús López Cobos, con quien tenía comprometido todo con pelos y señales para que fuera el primer director musical del Palau de les Arts. Ahora, como entonces, uno y otro han recalado en el Teatro Real. Dos muy grandes. En el caso de València, por la indolencia de Eduardo Zaplana -entonces no tan “honorable” President de la Generalitat-, que nunca firmó la mera carta de compromiso que le reclamaban Schmidt y el propio López Cobos. En el caso de Gimeno, fue la imposibilidad de conciliar fechas y periodos entre la agenda sin huecos del director valenciano y la imposibilidad del Palau de les Arts, que no podía aguantar sin titular hasta 2025, año en el que la agenda sin sombras de Gimeno comenzaba a ofrecer huecos.
Ha querido la casualidad que precisamente fuera 2025 el año en que concluye la anodina titularidad del británico Ivor Bolton en el Real. También cuando finaliza el contrato de Gustavo Gimeno con la Filarmónica de Luxemburgo, tras diez exitosos años en los que la orquesta ha experimentado una sobresaliente revitalización. Será – todo apunta a ello- la misma revitalización musical que el Teatro Real comenzará a disfrutar a partir de 2025. Justo Romero
Publicado el 14 de julio en el Diario Levante.
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