Las críticas al hachazo en la percepción de fondos y el traslado de la sede lírica del Teatro Coliseum de Londres a una nueva ubicación en Manchester en el mes de abril de 2023 han desatado una tormenta sin precedentes en el mundo cultural británico. Gestores culturales, directores de orquesta y artistas, con el barítono Bryn Terfel a la cabeza, reivindican la sede londinense y claman porque el Consejo de las Artes recapacite y dé marcha atrás en su plan. “Será el fin de la compañía”, aseguran al unísono.
El director ejecutivo de la English National Opera (ENO), Stuart Murphy, al frente de la institución los últimos cinco años (y que dejará el cargo en 2023), ha hablado, o mejor, ha escrito, largo y de una manera clara y contundente, sobre el duro episodio que mantiene en vilo al mundo cultural británico. El viernes pasado, el Consejo de las Artes de Inglaterra dijo que eliminaría la subvención anual de 12,6 millones de libras esterlinas a la compañía a partir de 2023, que pasaría a recibir un monto de 17 millones durante tres años, solamente si se traslada de sede a la ciudad de Manchester. Describió el “plan de futuro” como “absurdo, disparatado e inviable”. Es decir, la ENO únicamente seguirá recibiendo los fondos asignados si se reubica en la citada urbe industrial. El edificio en que se realojaría y empezaría una nueva andadura está aún por decidir.
La ENO, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, tiene su sede en el distrito de Westminster, en el Teatro Coliseum, muy cerca de la Plaza de Trafalgar, y es una de las dos principales compañías de ópera de la capital inglesa junto con la Royal Opera House (ROH). Directores como Charles Mackerras, Colin Davis, Mark Elder y Paul Daniel, entre otros, han estado asociados al teatro.
Quedarse en Londres
La semana pasada Murphy, quien se mostró perplejo al enterarse solo 24 horas antes de que se hiciera pública la decisión del traslado, dijo: «Creo que le diremos al secretario de Estado y al Consejo de las Artes: ‘Definitivamente, podemos subir de nivel, pero eso solo puede suceder si continuamos en Londres”. Entre los logros conseguidos durante años de trabajo, el director artístico saca pecho y enumera estos: “Uno de cada siete espectadores tiene menos de 35 años, una quinta parte de nuestros cantantes son étnicamente diversos, el precio promedio de nuestras entradas es una cuarta parte del de un teatro de ópera normal y ofrecemos entradas gratis a los menores de 21 años”.
A través del diario The Guardian y mediante un extenso artículo ha mostrado su perplejidad por una decisión unilateral adoptada por el Consejo de las Artes británico, así como por unos datos que el gestor desearía “haber podido tener acceso” para haber sido discutidos. Anuncia que es posible que esta semana se reúnan para tratar de llegar a un acuerdo y “saber qué es lo que quieren que hagamos exactamente porque lo desconocemos”, asegura. “La petición para salvar a la English National Opera ya ha sido firmada por más de 40.000 personas, desde compañías de ópera en el Reino Unido y en todo el mundo, hasta políticos de diferente ideología; desde jóvenes hasta personas mayores. Porque son miles las personas que ven a la ENO por lo que es: una de las muchas historias de éxito únicas de la cultura británica, cuyo único objetivo, llevar la ópera a todos, se reinventa continuamente, de generación tras generación. El Consejo de las Artes ha cometido un gran error, y cuanto antes lo corrija, mejor”.
En estado de shock
Murphy, como cabeza visible de la ENO, ha pedido luz y taquígrafos, datos que avalen que la institución que dirige no ha crecido. Por su parte, Darren Henley, director ejecutivo del Consejo de las Artes de Inglaterra, asegura que “bajo nuestro liderazgo, el Consejo de las Artes siempre abrazará la ópera, incluso si la apoyamos en una variedad de formas nuevas. Creemos en ella y queremos asegurar su futuro. Lo que demandamos es que tanto la ENO como otras compañías de ópera se unan y construyan un futuro de cara a nuevas audiencias. Esta decisión puede haber sido un shock, pero ahora debemos adaptarnos a lo que está por venir”.
El director de orquesta Leo Hussain ha recordado la primera vez que pudo ver de niño una ópera en la ENO, Peter Grimes, cómo le atrapó y pidió a sus padres volver una semana tras otra. Desolado por la noticia del traslado señala que “las futuras generaciones de niños y jóvenes británicos (o al menos, aquellos que no pueden permitirse sacar una entrada para la Royal Opera House o sienten que no pertenecen allí) perderán acceso a algo que puede, y de hecho lo hace, enriquecer enormemente sus vidas y permitirles enriquecer las de quienes los rodean”. El barítono Bryn Terfel ha emprendido una campaña de recogida de firmas para restablecer de inmediato la financiación de la ENO. La petición, dirigida a la Secretaría de Estado de Digital, Medios, Cultura, Medios y Deportes, con Michelle Donelan a la cabeza, alerta del peligro que estos recortes suponen para las carreras de “cantantes, músicos, personal técnico y demás trabajadores cualificados, tanto permanentes como autónomos, así como para el público de Londres y de todo el país”, que se va a quedar sin ópera. Gema Pajares
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