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Argentina

El futuro que le espera a Anna Netrebko, ¿y Plácido Domingo?

PorBeckmesser

Feb 28, 2025

A juzgar por los amenos reportajes fotográficos en sus redes sociales, con los que suele ilustrar sus giras, la soprano Anna Netrebko debe estar atravesando un momento particularmente feliz en su vida. Su reciente tournée internacional, de la que se ha dado buena cuenta aquí mismo, con paradas artísticas en Santo Domingo, West Palm Beach, Florencia, y por supuesto Sevilla y Valencia, se ha saldado con enormes triunfos personales que la acreditan como la prima donna más deseada de nuestros días.

A juzgar por los amenos reportajes fotográficos en sus redes sociales, con los que suele ilustrar sus giras, la soprano Anna Netrebko debe estar atravesando un momento particularmente feliz en su vida. Su reciente tournée internacional, de la que se ha dado buena cuenta aquí mismo, con paradas artísticas en Santo Domingo, West Palm Beach, Florencia, y por supuesto Sevilla y Valencia, se ha saldado con enormes triunfos personales que la acreditan como la prima donna más deseada de nuestros días.

Ana Netrebko como Tosca en La Scala de Milán

Y hasta un “pequeño” problema que quizá tiñese de amargura su presente parece en vías de solucionarse en un tiempo breve. Si el final de la guerra de Ucrania se produjese este año, una vez se fije el precio por la paz (algo en lo que parecen comprometidas todas las partes implicadas), la Netrebko podría, más pronto que tarde, recuperar su cetro como reina del Met de Nueva York, donde en la actualidad sigue vigente el veto que le impide actuar allí.

El año pasado la diva perdió la demanda que le puso al teatro por la fulminante rescisión de sus últimos contratos neoyorquinos. Y Peter Gelb, el mánager de la casa, que en su día le indicó (no muy amablemente) la salida por su supuesta afinidad con Putin, pareció salir reforzado del envite por el triunfo en los tribunales.

Pero puede que en estos nuevos tiempos de Trump, el consejo de administración del Met recapacite y adopte otra postura, con la vista puesta sobre todo en su menguante taquilla. No sería extraño, Jeff Bezos, el multimillonario dueño del “Washington Post”, ha ordenado cambiar la línea editorial de su medio para defender “los pilares básicos”, a partir de ahora.

Si Putin deja de ser un paria para Occidente, respaldado por el propio presidente de Estados Unidos, no habría razón ya para mantener durante más tiempo la prohibición de actuar en el templo neoyorquino de la lírica a la que en su día fue, precisamente, una de sus principales figuras, la que seguramente vendía más entradas. Del mismo modo que Zelensky, o quien le suceda, podrá permitir de nuevo en las escuelas ucranianas vuelva a leerse a Dostoievski y Chejov.

Hay que tener en cuenta que, en su caso, la intérprete llegó a mostrar una postura, si no abiertamente hostil hacia el líder máximo de su patria rusa, al menos lo suficientemente explícita como para condenar “el conflicto armado” en un par de comunicados con los que logró salvar una parte importante de su carrera: en España, Italia, Alemania y Austria (donde reside) ha podido seguir actuando sin mayores problemas que el propio de esquivar, en la puerta de artistas, a los manifestantes pro-ucranianos que a veces protestaban ruidosamente sus contrataciones, como se vio en Madrid

En ese sentido, la Netrebko ha tenido más suerte en España que el tenor madrileño Plácido Domingo, para el que aún se mantiene en el limbo el levantamiento de la prohibición del ministerio de Cultura de no pisar los teatros públicos de su país (al menos como artista, como espectador es asiduo a las funciones del Teatro Real, y del de la Zarzuela, donde varias veces ha recibido espontáneas ovaciones de los asistentes cuando advierten su presencia en el coliseo de la calle de Jovellanos).

Podría darse el caso, incluso, de que a raíz de los más que previsibles indultos para los artistas vinculados con Putin (entre los que seguramente también se incluirá al apartado director de orquesta Valery Gergiev), que se irán sucediendo no muy tarde, Domingo, sobre el que no pesa condena en firme alguna, también saliese beneficiado.

Resultaría cuando menos paradójico que el hoy barítono volviera al Met para recibir el homenaje del público, que allí le adora especialmente, mientras en España se le mantiene fuera de los escenarios.

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