La mexicana Alondra de la Parra podría suceder a David Afkham en la Nacional
Suenan rumores, cada día más y más inminentes, que aseguran que la directora mexicana y “embajadora cultural” Alondra de la Parra (Nueva York, 1980) será la nueva titular de la Orquesta y Coro Nacionales de España. Cuestiones de género aparte, Alondra de la Parra es una directora de orquesta de bajo perfil, que en circunstancias normales jamás hubiera llegado a acariciar el podio de una formación sinfónica como la Nacional.
Presiones políticas -Alondra de la Parra cuenta con el apoyo explícito de Patricia Rafael Lage, la todopoderosa jefa de Gabinete del ministro Miquel Iceta-; financieras -su padre, Manelick de la Parra Vargas, disfruta de enorme poder de influencia en México-; y sociales -ella misma pregona hasta que tiene a la vista un encuentro con el ministro Iceta y otras altas instancias del Estado-, son razones ajenas a la música y a la profesión, pero que pueden hacer que esta discreta pero mediática directora de orquesta acceda a la titularidad de la más poderosa orquesta sinfónica de España.
Su nombramiento sería un insulto a la profesión. Pero sobre todo, a los propios profesores de la ONE, a sus abonados y, en general, al mundo musical español. Hay muchos, bastantes directores de orquesta con un nivel profesional y artístico incomparablemente superior al de Alondra de la Parra, conocida por algunos países caribeños como “Malandra de la Porra”, y cuyo primer disco editado y pagado –“Mi Alma Mexicana”- refleja su mercadotécnico universo estético.
Mujer mediática, empática y con medios. De sonrisa y talante agradables. Latina, aunque nacida y criada en Estados Unidos. Lo tiene todo, menos lo fundamental: el genio de la batuta. Más preocupada en el efecto que en revelar la esencialidad del pentagrama. Es conocida, a ambos lados del Atlántico, su gestualidad vacía y demagógica –“en movimiento continuo, un punto demagógica”, precisaba ayer Luis Suñén en Scherzo, en la crítica del concierto que la mexicana dirigió el viernes a la Sinfónica de Galicia-; una expresividad y manera de dirigir pensada más en el efecto sobre el público más ingenuo que en su función maestra de transmitir conceptos y matices musicales a los profesores de la orquesta y al público.
Que Alondra de la Parra llegue a la titularidad de la Orquesta y Coro Nacionales de España sería un dislate, un disparate más -quizá el mayor- de los acaecidos en la vida musical española en los últimos años. Una cacicada obrada -una vez más- de espaldas al colectivo profesional de los integrantes de la orquesta. Que los poderes fácticos -financieros, sociales y hasta diplomáticos- intervengan en una decisión tan específica y técnica como el nombramiento del titular de una orquesta es una aberración inaceptable en un país democrático y desarrollado.
Alondra de la Parra, con sus poderosos medios y muchos dineros (o los de su familia o amigos), ha llegado incluso a “alquilar” a la Filarmónica de Londres, meterla en un avión y hacerla viajar expresamente a México para dirigirla allí en un único concierto y luego darse el “pego”. Así, con estos costosos “bolos” de pago, ha construido una carrera con pies de barro absolutamente ajena a sus valores artísticos. A lo Bocelli, casi a lo André Rieu…
Sería interminable aquí enumerar los reiterados casos en los que, tras los primeros ensayos, las comisiones artísticas de las orquestas han acudido a sus respetivas gerencias para pedir que Alondra de la Parra no vuelva a ser invitada. El caso de Berlín y la Staatsoper de Barenboim no es en absoluto una excepción. Que la Nacional, con “novios” tan solventes y “nacionales” como, por ejemplo, Pablo González, Pablo Heras Casado, Jaime Martín o Juanjo Mena, opte por un perfil tan discreto e inapropiado como Alondra de la Parra es algo que deja en agua de borrajas cualquier tropelía anterior. Ni el mejor Berlanga imaginaría semejante disparate Nacional.
La misma Alondra de la Parra ha filtrado irresponsablemente su “inminente” nombramiento como heredera de David Afkham en el podio de la Orquesta Nacional. “Fuentes cercanas a la directora mexicana”, publicó el domingo La Opinión de A Coruña, “aseguran que el Instituto Nacional de Artes Escénicas y Música (INAEM) está a punto de nombrarla directora titular de la Orquesta Nacional de España a partir de la temporada 2024-2025”.
“Dichas fuentes”, prosigue el diario coruñés, “aseguran que la directora cuenta con el apoyo explícito de Patricia Rafael Lage, jefa de Gabinete del ministro Iceta. Es extraño que la noticia no haya sido dada por el INAEM y sean personas cercanas a Alondra de la Parra quienes anuncien en diferentes foros musicales el inminente nombramiento”.
Según algunas fuentes, y ante la presión política y de las élites sociales y financieras, el nombre de Alondra de la Parra se ha filtrado para cortocircuitar su nombramiento, y quemar su nombre, en el convencimiento de que el mundo de la música pondría el grito en el cielo ante el disparate. La directora mexicana, pletórica ante la posibilidad de un puesto que ni en el mejor de sus sueños pudo imaginar, se lanzó a trasladar el nombramiento “inminentes” a su entorno personal y familiar. Hubiera caído así en una trampa casi tan maquiavélica como su nombramiento intolerable. Alondra de la Parra –“Malandra de la Porra” quizá no solo en el Caribe- ha vendido la piel del oso antes de cazarlo. Con ello, quizá ha dado al traste con el disparate. ¡Afortunadamente! Justo Romero
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