UN BUEN DÍPTICO
La voz humana de Poulenc, La espera de Schönberg, Silencio de Rossy de Palma y Christof Loy. Reparto: Ermonela Jaho, Malin Byström, Rossy de Palma, Gorka Culebras. Orquesta Titular del Teatro Real. Dirección musical: Jérémie Rhorer. Dirección escénica: Christof Loy
El Teatro Real ha ofrecido un curioso programa doble, formado por La Voix Humaine (‘La voz humana’) y Erwartung (‘La espera’). Digo que es un programa curioso, ya que ambas óperas nos ofrecen un personaje único y al borde del suicidio.
Abre el programa esta ópera de Francis Poulenc, que siempre ha sido vehículo de lucimiento para grandes cantantes-actrices. El libreto de Jean Cocteau sigue teniendo una gran fuerza dramática, aunque hoy lo habría cambiado seguramente, ya que la telefonía ha evolucionado mucho desde su estreno en 1959, aunque no los dramas humanos como el que se recoge en esta ópera, con la Mujer abandonada y desesperada, al borde del suicidio. Musicalmente, toda la fuerza dramática sigue estando presente y la obra me parece una auténtica joya, siempre que esté bien dirigida y mejor interpretada.
El Teatro Real ha encargado la producción escénica al alemán Christof Loy, uno de los más importante de la actualidad, que ha ofrecido una nueva producción en coproducción con el Teatro Wielki de Varsovia. La producción ofrece prácticamente la misma escenografía para ambas óperas, consistente en una gran habitación con nada menos que 4 ventanales al fondo y dos grandes columnas en los lados del escenario. La producción me ha parecido claramente poco adecuada y decepcionante. A mi parecer, estamos ante una obra de carácter intimista, en la que no hay más protagonismo que el de Elle, y nada se gana haciéndola moverse continuamente con su teléfono de un lado al otro del escenario. Por otro lado, resulta muy poco adecuada en términos musicales y, sobre todo, vocales, ya que el instrumento de la protagonista sufre de manera evidente en un espacio tan abierto. Mejor va la producción en La espera, pero aquí resulta decepcionante.
La dirección musical corrió a cargo del director francés Jérémie Rhorer, que ofreció una buena lectura de la ópera, contando con una buena prestación musical por parte de la Orquesta del Teatro Real.
La protagonista, Elle, fue interpretada por la soprano Ermonela Jaho, que siempre ha sido una gran artista y lo ha vuelto a demostrar una vez más, ofreciendo una interpretación plenamente convincente. El mayor problema ha radicado, como digo más arriba, en el condicionamiento que ha traído consigo la producción escénica, que ha hecho que en un escenario tan abierto la voz de Ermonela Jaho tuviera, especialmente al principio de la ópera, problemas para llegar con claridad a la sala.
La segunda parte del díptico ofrecido por el Teatro Real correspondía a Erwartung o La espera, ópera que también cuenta con un único personaje, que es la Mujer, también enamorada y abandonada por su amante, a quien ella se dirige mentalmente durante su monólogo.
La ópera se compuso formando parte no ya de un díptico, sino de un tríptico, formado por Pierrot Lunaire, Die Glückische Hand y Erwartung, que trae para mí recuerdos especiales, ya que fue precisamente este programa el primero que tuve ocasión de ver de jovencito en el Teatro alla Scala.
Aunque estamos ante una obra de corte parecido al de La voz humana, sus características musicales son distintas, ya que es una obra menos camerística que la de Poulenc y cuenta con exigencias musicales y vocales más dramáticas.
Nuevamente, la producción escénica ha sido la nueva de Christof Loy, cuya escenografía es prácticamente coincidente con la ofrecida en La voz humana. Aquí los ventanales se convierten en grandes puertas, que dan salida a un jardín que se adivina al fondo. Por delante, los elementos escénicos son también más abundantes que en la ópera anterior. En este caso la producción me parece más adecuada, ya que también el libreto se refiere a un jardín en la casa y musicalmente la ópera no es tan intimista. Como toque personal, diré que la producción nos ofrece en escena en buena parte de la ópera la figura del amante de la protagonista. Es una cuestión de gustos, pero prefiero que el amante no salga de la mente de la Mujer.
La protagonista única, la Mujer, fue muy bien interpretada por la soprano sueca Malin Byström, que nos ha ofrecido una voz de calidad, sin problemas de emisión, llegando su voz perfectamente a la sala. Pocas pegas se pueden poner a su actuación, que también ha sido convincente en su faceta de actriz.
Entre las dos óperas se ofreció un monólogo teatral con el título de Silencio, que ha contado como protagonista con la actriz Rossy de Palma. A mi parecer, un “pegote” innecesario y sin interés.
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