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Crítica: Macbeth y Lady Macbeth, carnaza al enemigo en el Festival de Salzburgo

PorBeckmesser

Ago 22, 2025

Macbeth y Lady Macbeth: carnaza al enemigo

MACBETH, de Giuseppe Verdi. Opera en cuatro actos. Libreto de Francesco Maria Piave, basado en el drama homónimo de Shakespeare. Reparto: Vladislav Sulimski, Asmik Grigorian, Tareq Nazmi, Charles Castronovo, David Toscano, Natalia Gavrilan, Ilia Kazakov, etcétera. Orquesta Filarmónica de Viena. Konzertvereinigung Wiener Staatsopernchor. Direc­tor de esce­na: Krzysztof Warlikowski. Esceno­gra­fía y vestuario: Małgorzata Szczęśniak. Iluminación: Felice Ross. Dirección musi­cal: Philippe Jordan. ­Lu­gar: Salzburgo, Grosses Festspielhaus. Entrada: 2.179 espectadores (lleno). Fecha: miércoles, 20 agosto 2025

Macbeth y Lady Macbeth: carnaza al enemigoMACBETH, de Giuseppe Verdi. Opera en cuatro actos. Libreto de Francesco Maria Piave, basado en el drama homónimo de Shakespeare. Reparto: Vladislav Sulimski, Asmik Grigorian, Tareq Nazmi, Charles Castronovo, David Toscano, Natalia Gavrilan, Ilia Kazakov, etcétera. Orquesta Filarmónica de Viena. Konzertvereinigung Wiener Staatsopernchor. Direc­tor de esce­na: Krzysztof Warlikowski. Esceno­gra­fía y vestuario: Małgorzata Szczęśniak. Iluminación: Felice Ross. Dirección musi­cal: Philippe Jordan. ­Lu­gar: Salzburgo, Grosses Festspielhaus. Entrada: 2.179 espectadores (lleno). Fecha: miércoles, 20 agosto 2025

Asmik Grigorian triunfa en la versión de Macbeth de Krzysztof Warlikowski.

Que Krzysztof Warlikowski (1962) es uno de los grandes de la escena operística contemporánea lo saben hasta sus más firmes detractores, que no son pocos. El director de escena polaco, responsable de montajes escénicos salzburgueses tan logrados como los de Elektra (Strauss) o El idiota (Weinberg), da carnaza a sus enemigos con este fallido y abigarrado Macbeth que, dos años después de su estreno (en 2023) en el Festival de Salzburgo, sigue siendo tan insoportable y confuso como entonces.

Nada ha mejorado la alambicada interpretación de Warlikowski, quien, más que esclarecer un libreto de por sí ya borroso y enrevesado, añade desconcierto con un transcurso escénico sin pies ni cabeza, retorcido en medio de una escenografía posmoderna (de su inseparable Małgorzata Szczęśniak, responsable igualmente del vestuario sin ton ni son) y fea con avaricia, que se pierde en la inmensidad del anchuroso escenario del Grosses Festspielhaus. Las continuas proyecciones, más que aclarar, agregan aún más desconcierto al desatino general.

La relación de sinsentidos en este ajado Macbeth resultaría tediosa por interminable. De modo escueto, licencias como que Macbeth asfixie al rey Duncan con un cojín, con lo que no hay sangre; luego, sí, entra Lady Macbeth y se supone que embarra de rojo las vestimentas y todo lo que puede, pero es un rojo que se siente más falso que la falsa moneda: rojo mercromina.

Una tontería tan mayúscula como la de la escena final del segundo acto, cuando, con los comensales en la mesa -los Macbeth y sus invitados-, se destapa la fuente y en lugar de un delicioso asado aparece el cadáver de un niño-muñeco. Por no hablar del kilométrico sofá de aeropuerto; el tremendo arco iris, iluminado como si fuera para una vieja producción de Aida de Zeffirelli o de José Luis Moreno; o la confusa caracterización de los personajes…

La escalinata cabaretera por la que  sube y baja Lady Macbeth, como si fuera una mezcla de Mayra Gómez Kemp en el Un, dos, tres o Norma Duval en el Folies Bergère es otra tontería; como las exequias del pobre Duncan; la fantasmada del bosque de Birnam, resuelta con una simple proyección de cine de barrio sobre la gigantesca escena…

En fin, Warlikowski parece empeñado en despistar y emborronar cualquier opción de sugestión plástica o argumental. Los niños “cabezones” tienen su chispita de gracia, pero… ¡menuda tontería! Y, para cerrar el anecdotario de despropósitos, lo de la famosa lectura de la carta al comienzo de la segunda escena del primer acto: sí, muy bien leída por una voz masculina en off, mientras ella, la destinataria, permanece inerte en escena, pero es una licencia que resta dramatismo y sentido al personaje de Lady Macbeth.

La otra cara de la moneda estuvo en la música. Comenzando con una Filarmónica de Viena que, bajo el gobierno concertador de Phillipe Jordan (1974), sonó maravillosamente verdiana, con la “italianità” metida en vena. El maestro suizo articuló una visión brillante y oscura a un tiempo, de tanta opulencia instrumental como recogimiento en los momentos más oscuros o tenebrosos. Fraseó y respiró con los cantantes, y concilió el rico caudal sinfónico con unas voces importantes a las que siempre escuchó y atendió.

Macbeth y Lady Macbeth: carnaza al enemigoMACBETH, de Giuseppe Verdi. Opera en cuatro actos. Libreto de Francesco Maria Piave, basado en el drama homónimo de Shakespeare. Reparto: Vladislav Sulimski, Asmik Grigorian, Tareq Nazmi, Charles Castronovo, David Toscano, Natalia Gavrilan, Ilia Kazakov, etcétera. Orquesta Filarmónica de Viena. Konzertvereinigung Wiener Staatsopernchor. Direc­tor de esce­na: Krzysztof Warlikowski. Esceno­gra­fía y vestuario: Małgorzata Szczęśniak. Iluminación: Felice Ross. Dirección musi­cal: Philippe Jordan. ­Lu­gar: Salzburgo, Grosses Festspielhaus. Entrada: 2.179 espectadores (lleno). Fecha: miércoles, 20 agosto 2025

Puesta en escena de Krzysztof Warlikowski.

Vocalmente, Asmik Grigorian ha vuelto a ser la gran triunfadora, metida en la piel de una Lady Macbeth abrasadora, en la que música y teatro, palabra y melodía, se fusionan en una visión descarnada  y ardiente, en la que ella asume las riendas no solo del exánime  Macbeth, sino del total curso de la acción. Más que encarnar el papel de la manipuladora esposa, ella misma, en prodigiosa mutación, se convirtió en “Lady Grigorian”, la genuina protagonista de la ópera.

Con su vocalidad inmensa, poderosa, homogénea y agudos siempre certeros, cantó con intensidad, poderío y ambición; firme, afinada, valiente y apasionadamente verdiana, incluso en una ópera de tantos ramalazos belcantistas como Macbeth. Inmensa tras la voz en off en el “Nel dì della vittoria…Vieni! T’affretta!”, toda su actuación fue una lección de canto y sentir verdianos, con una inquietante “La luce langue” en el segundo acto con un aria final “Una macchia è qui tuttora” verdaderamente desgarrada y turbadora.

Estupenda también en los dúos con el Macbeth de Vladislav Sulimski, que fueron puro teatro, como en el dúo final “Ora di morte e di vendetta” del tercero. El Macbeth del barítono bielorruso Vladislav Sulimski rezuma intención, solidez vocal y una idiosincrasia verdiana que ya hoy es notable. Cantó con emoción, pálpito y sutileza el recitativo y aria “Pietà, respetto, amore”.

En el resto del reparto, destacaron también el bajo Tareq Nazmi, que en el segundo acto dijo y cantó con intensidad y rango  “Studia il passo…Come dal ciel precipita”. El tenor estadounidense Charles Castronovo reemplazo sobre la marcha como Macduff a su indispuesto paisano Joshua Guerrero, y cerró su actuación con una bien perfilada  “Ah, la paterna mano” a la que, sin embargo faltó transparencia y sobró opacidad. Finalmente, los coristas del Konzertvereinigung Wiener Staatsopernchor no tuvieron precisamente su mejor día, y menos las féminas, con los coros de brujas palmariamente desajustados. Aunque en medio del lío y distancia escénico, es fácil suponer la imposibilidad de empastar y cantar como dios manda.

Justo Romero

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