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Critica: Las voces salvadoras de “La forza del destino” en ABAO

PorBeckmesser

Oct 27, 2025

Las voces salvadoras de La forza del destino en ABAO

Palacio Euskalduna, Bilbao. 25/10/2025. La forza del destino, melodrama lírico en cuatro actos, de Giuseppe Verdi. Angelo Villari, Carmen Solís, Juan Jesús Rodríguez, Ketevan Kemoklidze, Manuel Fuentes, Luis Cansino, Guillén Munguía, Marifé Nogales. Fernando Latorre, Euskadiko Orkestra. Coro de Ópera de Bilbao (director: Esteban Urcelai). Ignacio García, director de escena. Lorenzo Passerini, director musical. Producción: ABAO Bilbao Ópera.

Las voces salvadoras de La forza del destino en ABAOPalacio Euskalduna, Bilbao. 25/10/2025. La forza del destino, melodrama lírico en cuatro actos, de Giuseppe Verdi. Angelo Villari (tenor - Don Alvaro). Carmen Solís (soprano – Donna Leonora). Juan Jesús Rodríguez (barítono - Don Carlo di Vargas). Ketevan Kemoklidze (mezzosoprano - Preziosilla). Manuel Fuentes (bajo - Il marchese di Calatrava y Padre Guardiano). Luis Cansino (barítono – Fra Melitone). Guillén Munguía (tenor – Mastro Trabuco). Marifé Nogales (mezzosoprano – Curra). Fernando Latorre (bajo barítono – Un alcalde). Euskadiko Orkestra. Coro de Ópera de Bilbao (director: Esteban Urcelay). Ignacio García (director de escena). Lorenzo Passerini (director musical / maestro concertador). Producción: ABAO Bilbao Ópera.

Escena de “La Forza del destino”

Como acertadamente expresa César Wonenburger, estamos ante una ópera que concita el mal fario, recordando, a propósito, el hecho de que el excelso barítono estadounidense Leonard Warren cayó fulminado sobre el escenario tras cantar su aria recitativo Morir, tremenda cosa! El maléfico sino de esta ópera verdiana también se ha hecho presente en esta ocasión con motivo de la apertura de la septuagésimo cuarta temporada de la ABAO, coincidiendo con el Día Internacional de la Ópera. Días antes de la función falleció la madre de la soprano Carmen Solís y el tenor Angelo Villari tuvo una mala caída haciéndose daño en una pierna.

Tal y como escribí con motivo de la representación de este título verdiano el 20 de noviembre de 2013, en el Auditorio Euskalduna, han sido varias las vías de agua que se han dado en esta ópera, en la segunda versión. No se hundió la nave pero la avería gruesa de la sentina estuvo a punto de hacerla zozobrar, menos mal que las voces, el coro y la batuta, a modo de bombas de achique, permitieron una trabajosa singladura y feliz arribada al ansiado puerto del reconocimiento público.

La primera inundación, por grave rotura de mamparos, trae causa al descontextualizar el libreto de Piave-Ghislanzoni-Schiller e invertirlo en nuestra última guerra incivil, cuando la obra en que se basa es la de Ángel María Pérez de Saavedra, III Duque de Rivas, titulada Don Álvaro, o la fuerza del sino, está enclavada en la época de enfrentamientos de españoles e italianos seis siglos atrás del presente veintiuno. Así, cuando se canta que llegan arrieros los que aparecen son unos milicianos, que al poco se arrodillan y santiguan al paso unos penitentes en peregrinación (¿?). Señor García para estas líneas usted ha suspendido el exámen. No es así. No es así.

La forza del destino de Verdi inaugura la temporada 2025/26 de ABAO Bilbao Opera el próximo 25 de octubre. El Euskalduna de la ciudad vasca recibe la célebre ópera del compositor de Busetto, con una producción de Ignacio García, que traslada la acción a la Guerra Civil española. En el foso, Lorenzo Passerini vuelve a Bilbao, dirigiendo un reparto encabezado por las voces de Carmen Solís, Angelo Villari, Ketevan Kemmozlde y Juan Jesús Rodríguez. Esta producción supone el debut de Esteban Urzelai al frente del Coro de la Ópera de Bilbao. 

La forza del destino de Verdi inaugura la temporada 2025/26 de ABAO

Y de tal modo, con manifiesto obsceno olvido de las puntualizaciones escénicas que Verdi significa en la partitura, se siguió en dislate tras dislate escénico, en base a profusas goteras. Y es que algunos quieren ser más papistas que el mismo actual León XIV. La escenografía insulsa, sin decir nada, amén de pobretona. A pesar de todo resultó certero, para la ocasión, el vestuario de Cesidio Niño.

En el foso, cual puente de gobernanza perfectamente engrasado, la Euskadiko Orkestra sonó cuajada en rutilante lujo, gracias a los esfuerzos de achique, ante las tropelías escénicas, por parte del joven director italiano Lorenzo Passerini, cual poderoso capitán, que realizó una pulcra labor concertante, describiendo elegantes planos sonoros, atemperándose siempre, en volumetría, a las realidades vocales de los cantantes y obligándose a ralentizar los tiempos, como fue notorio en el plúmbeo cuadro II del acto II, que pretende, en una espacio casi yermo, representar la puerta del convento cercano a Hornachuelos. Lo dicho: un foso salvador ante tantas vías de agua en el palcoscenico, convirtiéndose en un seguro mascarón de proa.

Respecto a las voces solistas la acuosa e insípida escena contó con un cuadro de oficiales marinos de muy alta calificación para la gobernanza de esta desnortada nave. Angelo Villari dejó un regalo preciosista con su voz de restallante timbre, segura en los tres registros, ancha, bien proyectada y poseedora de una bruñida técnica en las articulaciones fonales. En el precioso dúo con el barítono Solenne in quest’ora dio toda una lección de arte cantando tumbado sobre un catre.

La extremeña Carmen Solís obtuvo rotundas ovaciones del público en todos los momentos en que fue protagonista a solas, especialmente en su muy difícil aria Pace, pace. Su timbre de voz es poderoso, rico en musicalidad y generoso en la expresividad de la modulación sonora. El onubense Juan Jesús Rodríguez no tuvo su día, puesto que su voz no corrió como en otras ocasiones se le ha podido apreciar, notándosele una veladura en la línea de la tensión emisora, haciéndola opaca; su registro agudo mostró pérdida de peso y los síntomas de impropio vibrato. A todo se sumó su muy limitada expresividad corpórea sobre las tablas.

Esta ópera no puede funcionar -musicalmente hablando- con una marinería de limitado afán, ya que se quedaría sin el sustento del imaginario popular. Y, ¡voto a bríos!, en esta ocasión su ejemplar empeño creó hermosas luminarias a lo ancho y largo de la singladura. Luis Cansino fue un generoso orate, dotado de elegante vis cómica, pues con su presencia hubo luz escénica.

La georgiana Katevan Kemoklizde dejó patente la calidez y calidad de su voz en su guerrero personaje. Marifé Nogales fue un dechado de profesionalidad y elegancia en su corto cometido. Se merece mucho más. Cumplió en su doble cometido en alicantino Manuel Fuentes. El nieto del gran Carlos Munguía, Guillén Munguía sacó todo el fruto que su personaje encierra en el pentagrama, dotándolo de un sobresaliente apoyo como actor. Fernando Latorre, persona buena y humilde donde los haya, fue un ejemplo de profesionalidad en todos los aspectos.

En el Coro de Ópera de Bilbao se contaba con el esperado debut de su nuevo director, Esteban Urcelai, siendo a todas luces altamente gratificante, tanto por las modulaciones de sus cuatro cuerdas coristas, cuando por los logrados empastes que ofrecieron, tanto en interno como sobre la escena. Fue unívocamente aplaudido con ganas.

Existe un viejo dicho hispano que dice: “donde música hubiere, cosa mala no existiere”.

Manuel Cabrera

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