2 de octubre de 2024

Radio Clásica

Argentina

Crítica: La ORCAM despide la temporada con Marzena Diakun

Mural de despedida

Obras de Bach/Stokowski, Bruckner y Berlioz. Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Directora: Marzena Diakun. Madrid, Auditorio Nacional, 30 de junio de 2022.

Marzena Diakun

Cerraban su temporada el Coro y la Orquesta de la Comunidad madrileña (ORCAM) con un programa mixto no exento de interés, en el que se combinaban los nombres de tres compositores bien distintos. El primero, Bach, representado por la célebre “Toccata y Fuga BWV 565”, ofrecida en el conocido arreglo de Stokowski, fue bien servido en una versión de dinámicas excelentemente medidas y aplicadas, con un “crescendo” inicial muy bien diseñado. Las agilidades de las maderas fueron primorosas. El conjunto sonó empastado y poderoso. La Orquesta no la había tocado nunca.

Luego fue la vez del Coro, que, bien ensayado por la experta Mireia Barrera y adecuadamente orientado por Diakun, interpretó cinco de los “Motetes latinos” de Bruckner, casi una novedad dado lo infrecuente de su programación. La música fluyó con naturalidad, aunque no faltaron leves desajustes, como las del “Ave María”. Nos gustó el recogimiento logrado en “Locus iste” y la excelente matización del “Aleluya” final del “Virga jesse floruit”. Respeto al estilo, general empaste y concentración. Cosas necesarias para degustar una música singularmente alejada de las grandes construcciones catedralicias del compositor.

Cerraba la sesión la “Sinfonía Fantástica” de Berlioz, ofrecida por la directora de forma fogosa y entregada a través de su claro y conminativo gesto, bien proporcionado, elegante y a ratos brusco. En el primer movimiento, “Sueños y Pasiones”, de tan contrastado discurrir, se echó en falta una mayor claridad de planos, aunque la famosa idea fija que vertebra la obra fuera siempre adecuadamente cantada. El Vals tuvo un magnífico balanceo y estupenda dicción, pero el final, apresurado, como debe ser, resultó, sin embargo, no poco confuso. Bien delineada y trabajada la “Escena en el campo”, a la que le faltó una más reconocible dimensión poética, un cuidado más acusado de los timbres, evocadores de ese característico y apasionado lirismo berlioziano.

Todo el poderío y la impetuosa dimensión rítmica estuvieron en la base de la “Marcha al suplicio”, cuyos rasgos más violentos fueron estupendamente subrayados por la móvil batuta. Especial elogio a los cuatro fagotes y al grupo de metales. El quinto movimiento, de construcción impecable, fue expuesto quizá con un exceso de pincel grueso, sin atender a los instantes en los que al pintura pide un estilo más acuarelístico. No se dio el esperado relieve a detalles tímbricos estratégicos, así a los que pueblan el pasaje “sul ponticello”. Se usaron dos grandes campanas de verdad, lo que reforzó la pintura de esa singular “Noche de aquelarre”. Buen éxito y buena despedida de la temporada. Arturo Reverter

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