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Crítica: Il Trovatore en el Liceu

PorBeckmesser

Oct 29, 2022

IL TROVATORE (G. VERDI)

Un Trovatore, al que le faltó Leonora

Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 27 Octubre 2022.

No han pasado sino 5 años de la última vez que se pudo esta ópera en el Liceu y las cosas no parecen haber comenzado con buen pie por causa de las siempre temidas enfermedades. Efectivamente, salió al escenario el director del Liceu para comentar que Saioa Hernández no se encontraba bien en los últimos días y había sido duda hasta el último momento, aunque finalmente había decidido cantar. Todo esto ha sido un hándicap que ha pesado a lo largo de toda la representación.

Escena Il Trovatore en el Liceu (c) Bofill

La producción escénica ofrecida lleva la firma del catalán Alex Ollé, siendo una coproducción de la Ópera Nacional de París y la Dutch Oper de Amsterdam. La producción se estrenó en la capital holandesa hace 7 años y tuve ocasión de verla al año siguiente en la Ópera Bastilla.

La producción, ahora como entonces, me ha resultado claramente decepcionante. La acción se traslada a un ambiente bélico en el siglo pasado, en el que las tropas del Conde Luna parecen ser las de un ejército regular, mientras que las de Manrico responden más bien al concepto de guerrilleros. No hay nada de original, salvo el toque final, con la muerte de Azucena, que si entonces arrebataba la pistola al Conde y se pegaba un tiro, ahora es el Conde quien la mata de un tiro.

La escenografía y el vestuario son obra de Alfons Flores, ofreciendo poco interés el segundo de ellos. En cuanto al primero, se nos ofrece un escenario casi desnudo. Este tipo de escenografía tan abierta tiene su impacto en las voces, que no llegan a la sala con la claridad debida.

La dirección musical estuvo encomendada al italiano Riccardo Frizza, que volvía al Liceu, donde dirigió por ultima vez la temporada pasada y con buenos resultados en Les Contes d’Hoffmann. Su labor ha sido correcta, llevando bien la obra y apoyando a los cantantes, aunque a mi parecer ha faltado emoción. Indudablemente, el hecho de contar con una Leonora enferma ha tenido que influir también en su dirección, que ha tenido que ser más delicada con la soprano en escena. Correctas las prestaciones de la Orquesta Sinfónica del Liceu, así como del Coro del Liceu, en el que me han parecido mejor las mujeres que los hombres.

Manrico ha sido interpretado por el tenor italiano Vittorio Grigolo, que debutaba en el personaje, ofreciendo nuevamente su voz atractiva y emitida de forma muy natural, unida a sus buenas dotes de intérprete. Le he encontrado más metido en el personaje que en otras ocasiones, en las que su interpretación suele ser exagerada. Cantó bien la siempre esperada aria del tercer acto y estuvo brillante en la famosa Pira, si bien no cantó sino una estrofa y creo que estaba bajada de tono.

Leonora era la soprano española Saioa Hernández, uno de los mayores atractivos del reparto. Como he comentado más arriba, hubo aviso de enfermedad y la verdad es que la cantante tomó muchas precauciones a lo largo de toda la representación, ya que a ratos la voz no llegaba con claridad a la sala, aunque de modo natural su voz es bastante notable en cuanto a volumen. No sé si en estas circunstancias habría sido mejor cancelar.

Azucena, la zíngara, fue interpretada por la mezzo soprano Ksenia Dudnikova, que ofreció una voz amplia y adecuada a las exigencias del personaje, aunque tiene el problema de que el instrumento pierde calidad en la parte superior. Tuvo en general una buena actuación.

Juan Jesús Rodríguez lo hizo francamente bien como Conde Luna, ofreciendo una vez más su importante voz, muy adecuada para interpretar barítonos verdianos. Cantó de manera destaca el aria de Il Balen.

Finalmente, Ferrando era el bajo italiano Gianluca Buratto, que cumplió con su cometido con corrección. En su aria del primer acto la voz no llegaba con demasiada claridad al auditorio, en lo que influía la escenografía.

Los personajes secundarios fueron bien cubiertos por María Zapata, que mostró una buena voz en la parte de Inés, y por el tenor Antoni Lliteres como Ruiz.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 45 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 12 minutos. Siete minutos de aplausos, en los que los más intensos fueron para Manrico, seguido del Conde y de Azucena.

El Liceu ofrecía una entrada de alrededor del 95 % de su aforo. La localidad más cara (en primer piso) costaba 272 euros, costando las butacas de platea entre 236 y 175 euros. La localidad más barata costaba 40 euros. José M. Irurzun

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