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Crítica: Final feliz para un mal comienzo. La Royal Philharmonic Orchestra y Vasili Petrenko, en Valencia

PorBeckmesser

Oct 28, 2025

Final feliz para un mal comienzo

TEMPORADA 2025-2026 del Palau de la Música. Royal Philharmonic Orchestra. Director: Vasili Petrenko. ­Programa: Obras de Saariaho, Grieg y Sibelius. Lu­gar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1.781 espectadores (lleno). Fecha: domingo, 26 octubre 2025

Final feliz para un mal comienzoTEMPORADA 2025-2026 del Palau de la Música. Royal Philharmonic Orchestra. Director: Vasili Petrenko. ­Programa: Obras de Saariaho, Grieg y Sibelius. Lu­gar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1.781 espectadores (lleno). Fecha: domingo, 26 octubre 2025

Vasili Petrenko dirige la Royal Philharmonic Orchestra en Valencia

Mal comienzo tuvo la actuación de la Royal Philharmonic Orchestra con su titular, Vasili Petrenko, en el Palau de la Música, en el concierto inaugural de la gira española que la formación londinense emprendió el domingo en València, y que la llevará también a Barcelona, Zaragoza y Madrid.

Uno de los mayores atractivos del concierto era la participación solista del pianista japonés Mao Fujita, estrella fulgurante del teclado contemporáneo, pero una voz en off, cuando ya el público que abarrotó la sala principal del Palau de la Música estaba acomodado en sus butacas, vino  a decir que el “el señor Fujita no podrá tocar esta tarde, ya que la plataforma elevadora encargada de ubicar el piano en el escenario ha dejado de funcionar. En lugar del anunciado Concierto de Grieg, la orquesta interpretará en solitario la primera suite de Peer Gynt, del mismo compositor”.

Un claro murmullo de desaprobación y hasta cabreo corrió por la acústica de la sala. No era para menos, pero la cosa no fue a más.

Final feliz para un mal comienzoTEMPORADA 2025-2026 del Palau de la Música. Royal Philharmonic Orchestra. Director: Vasili Petrenko. ­Programa: Obras de Saariaho, Grieg y Sibelius. Lu­gar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1.781 espectadores (lleno). Fecha: domingo, 26 octubre 2025

Imagen del concierto en Valencia

A más y bastante más sí fue la actuación de una Royal Philharmonic que lució muy crecido estado  de forma, en el que se percibe la titularidad beneficiosa y puntillosa de Vasili Petrenko (1976). Desde 2021, el director petersburgués ha desarrollado un trabajo riguroso, ha picado piedra y ha devuelto a la orquesta pretéritos esplendores, algo que se percibió palmariamente en la vigorosa y matizada versión de la Segunda sinfonía de Sibelius escuchada en la segunda parte de un programa de aires nórdicos, completado con obras del noruego Grieg y la finlandesa Kaija Saariaho.

No se equivocó el cabreado espectador que en el intermedio del concierto decía en alta voz que “no me he marchado por la Segunda de Sibelius”. ¡Mereció la pena! Petrenko planteó una versión de extremos contrastes, intenso aliento lírico y efusiones a flor de piel, muy en línea con el comentario de otro espectador, “un Sibelius a caballo entre Brahms y Rajmáninov”.

Magistral el modo en que administró las largas evoluciones dinámicas, y las tensiones y distensiones de los amplios desarrollos. También los colores y registros que Sibelius hace exhibir en una orquestación refulgente y opulenta, en la que el brillo de los metales cumple tan marcado papel. Maestro y orquesta se explayaron y rubatearon sin cargar tintas más de la cuenta en el “Andante”, movimiento que estableció uno de los momentos álgidos de la sinfonía y de la noche.

Antes, en la primera parte, y como apertura de programa, Ciel d’hiver, que no es sino un arreglo que Saariaho preparó en 2013 del segundo movimiento de su obra orquestal Orion, compuesta once años antes, en 2002. Las finas texturas sonoras y la experimentación sonora que caracteriza la escritura de la compositora finesa se vuelcan en un universo sonoro de destellos y fugaces pinceladas sonoras, casi puntillistas, “a la manera de las estrellas que cruzan el cielo”, con la constelación de Orion como motivo motriz e inspirador.

Petrenko cuidó el sentido y la letra apoyado en una orquesta dúctil y experimentada en estos avatares contemporáneos, que lució su versatilidad en una lectura de la inesperada primera suite de Peer Gynt rica en calidades, y sugestiones y aromas nórdicas. El artista en plenitud que es Petrenko encontró equilibrio ideal entre sacarina y efusión, entre sensiblería y sensibilidad. Fue, así, la más hermosa “Mañana” y la menos manoseada “Danza de Anitra”. Aunque sin piano ni pianista, gran concierto.

Justo Romero

Crítica publicada en el diario LEVANTE el 27 de octubre

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