El frío que vino del norte con la Royal Philharmonic Orchestra en Ibermúsica
Obras de Saariaho, Grieg, Sibelius. Mao Fujita y xxx, piano. Royal Philharmonic Orchestra. Vasily Petrenko. Ibermúsica. Auditario Nacional. Madrid, 29 y 30 de octubre.
Mao Fujita
Ibermúsica abrió temporada trayéndonos el frío del norte, obras de Finlandia, Noruega con una orquesta inglesa, coincidiendo con el cambio de temperaturas en buena parte de la península, de un octubre veraniego al octubre luvioso y ya fresco. Pero hubo calor en el concierto, aunque se viesen algunas butacas vacías en las localidades caras.
La Royal Philharmonic Orchestra no suele visitarnos con frecuencia, y cuando lo hace, se agradece. Sobre todo si la conduce Vasily Petrenko, titular de la agrupación desde 2021 y director de gesto conciso y pensamiento amplio, que entiende la música como discurso estructural, no como escaparate de sonoridad. Es también director asociado de la OSCYL y con ella ha dirigido más de 90 conciertos. El programa, un triángulo nórdico —Saariaho, Grieg y Sibelius—, prometía coherencia, dialogando entre la bruma sensorial de Kaija Saariaho, el lirismo romántico de Grieg y la épica telúrica de Sibelius.
Saariaho: precisión sin misterio
El breve Ciel d’hiver de Kaija Saariaho abrió la velada con ese aire de suspensión y materia flotante que tan bien define su mundo. Petrenko, atento al detalle y a los balances, ofreció una lectura casi quirúrgica: los planos estaban, el color también, pero el misterio se escapó por entre las costuras del control. La cuerda, muy bien empastada, y una madera de sonido pulido dieron textura a la bruma, aunque faltó ese temblor emocional que transforma la exactitud en magia. Una apertura más correcta que inspirada y, como es habitual en estos casos, probablemente no volveremos a escuchar más y no lo extrañaremos.
Grieg: un Fujita de claridad diamantina y potencia avasalladora
Mao Fujita encaró el Concierto en la menor de Grieg con un estilo propio, elegante y sin artificio, con equilibrio entre peso y transparencia. Sorprende que con una apariencia de debilidad algo andrógina pueda sacar tanto poder sonoro. ¡Que distinto el piano de nuestros días al de antaño! Entonces fallaban algunas notas pero nos quedábamos con la emoción comunicativa. Hoy no fallan una nota, pero con frecuencia no terminan de llegarnos.
Real fortaleza desde los potentes acordes iniciales; supo resaltar las notas obsesivas del primer tiempo y dar continuidad a las notas del Adagio con un fraseo de línea casi vocal, a veces tan delicado que rozaba la evaporación, inspirada la cadencia y con un final de vuelta a la la potencia para acabar con gran brillantez. Petrenko acompañó con mimo, cuidando los diálogos, con deferencia al solista; la cuerda sonó plena y maderas y metales colorearon con refinamiento. El público le aclamó con entusiasmo. Y tras una propina de Grieg —A la primavera del propio Grieg—, quedó claro que Fujita es un pianista de verdad.
Sibelius con Petrenko, paisaje y materia
La Segunda Sinfonía de Sibelius trajo el mejor momento de la noche. Petrenko construyó una lectura sólida, musculada y de respiración natural. Sin necesidad de sobrecargar los clímax, logró que la obra creciera desde dentro, apoyada en una cuerda flexible y un metal impecablemente empastado. El primer movimiento fluyó con amplitud; el segundo evitó el patetismo fácil, y el final alcanzó esa sensación de inexorable ascenso que lleva al brillante himno finala.
La Royal Philharmonic se mostró aquí en plenitud: cuerda redonda, sin aspereza y con unas redondas frases al inicio del primer movimiento; los vientos se integran con una naturalidad ejemplar y los metales aportan nobleza sin tronar, si bien el conjunto suena a veces con cierta sequedad. Petrenko maneja la dinámica con una maestría admirable: las transiciones se escucharon siempre claras, sin difuminar contornos, y los silencios tuvieron peso físico. Su Sibelius respira paisaje y materia, no retórica. Gonzalo Alonso

The post Crítica: El frío que vino del norte con la Royal Philharmonic Orchestra en Ibermúsica first appeared on Beckmesser.