Las cosas en su sitio
Obras de Bach, Vivaldi, Bologne (Chevalier de Saint Georges) y Previn. Mutter’s Virtuosi. Dirección y violín soilista: Anne-Sophie Mutter. Quincena Musical Donostiarra. Auditorio Kursaal, 26 de agosto de 2023
Desde hace años la violinista alemana Anne-Sophie Mutter (1963) enseña y perfecciona a través de su Fundación a un creciente número de jóvenes instrumentistas de cuerda, a los que hace tocar en conjunto camerístico para que se vayan fogueando. Con frutos reconocibles y una rara perfección ejecutora. Entre sus pupilos se encuentra por estas fechas la violista española Sara Ferrández, de quien hablábamos encomiásticamente en estas páginas a propósito de su recital Bach en el Festival Bal y Gay.
Lo primero que se aprecia escuchando a la variable formación, así sean las obras a interpretar, es la justeza, la afinación, la conjunción milimétrica, el equilibrio y el virtuosismo desplegado de manera muy natural. No son aproximaciones historicistas sino recreaciones no exentas de impulso y buenas dotes de fantasía fraseológica, mostradas, por ejemplo, en la versión fulmínea, encajada, rotunda y virtuosa del “Concierto de Brandemburgo nº 3 BWV 1048” de Bach. Verdaderamente electrizante, sin una fisura; con Mutter actuando como primer violín.
Antes había estado acompañada en el “Concierto para tres violines en Do mayor RV 551” de Vivaldi por Agata Szymczewska y Samuel Nebyu y se había exhibido a solo en el “Concierto para violín en La menor BWV 1041”. Lo haría al final del programa en el desconocido “Concierto para violín en La mayor op. 5 nº 2” del mestizo Caballero de Saint-Georges (1745-1799), de resabios tan mozartianos. Obra marchosa, de rasgos melódicos muy atractivos y grata armonía. Mutter volvió a lucirse a conciencia, atacando con limpieza, fraseando con fulgor, dejando oír, suponemos, uno de sus dos prodigiosos Stradivarius.
Muy agradable la quinta obra de la sesión, el “Noneto” de André Previn, segundo marido, ya fallecido, de la violinista. Música ligera bien ensamblada en la línea de Copland. Tres movimientos –A Promenade, Declamatory. Interlude for solo violín y contrabass y Presto, scurryng– constituyen una partitura de ciertas resonancias a lo Shostakovich, como bien apunta en sus breves notas Enrique Bert. Fue tocada con gracia, dinámicas bien contrastadas y frescura. Y al cierre muchos aplausos a la gentil directora-instrumentista y sus chicos, que ofrecieron tres bises: dos páginas más bien blandengues, aunque agradables, de John Williams, un poco fuera de sitio, y el tercer movimiento, “Allegro”, del “Invierno” de las “Estaciones” de Vivaldi.
Interpretaciones de altura, de superficie cristalina, poco rompedoras u originales. Pero perfectamente defendibles desde una estética que no se lleva hoy demasiado. De una musicalidad sin tacha. Nos chocó que el pequeño contrabajo, en las manos del maduro Roman Patkoló, una suerte de violone, empleado en la obra de Previn, tocara también en las demás, a veces acompañando a los chelos, otras a su aire, aunque siempre integrado en el conjunto. Colaboró cuando hizo falta desde el clave el veterano instrumentista noruego Knut Johannessen.
Al escuchar el límpido sonido, la impoluta afinación, la perfección de Mutter nos acordamos de nuestro compañero, recientemente desaparecido, Joaquín Martín de Sagarmínaga, un gran admirador y seguidor de la artista. Arturo Reverter
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