El maestro se ha reencontrado con la Sinfónica de Chicago 27 años después de su presentación con la orquesta, un momento marcado por la pronta salida de Muti como titular del conjunto
“Entre los aficionados, lo significativo de la ocasión como una audición de facto al maestro Christian Thielemann era evidente: por su reputación como director, su larga ausencia y su maestría del repertorio austro-alemán, que sienta como un guante a la Orquesta Sinfónica de Chicago”, indica Lawrence A. Johnson, crítico de Chicago Classical Review, en su crónica sobre la reciente visita del maestro como director invitado de la temporada de la formación estadounidense.
Ente el 20 y el 25 de octubre, Thielemann ha dirigido la Octava Sinfonía de Bruckner, desenlazando una espera de 20 años desde su último concierto en Estados Unidos y de 27 desde su última aparición en el podio de la Sinfónica de Chicago, con la que debutó en 1995 bajo la recomendación de Daniel Barenboim, su tutor entonces. En esta ocasión fue Riccardo Muti, actual titular de la formación americana, quien tendió la invitación a Thielemann: “será bueno para él y también para la orquesta”, declaró en una entrevista.
Pero no es su ausencia el único ingrediente singular en la llegada de Thielemann a Chicago: por un lado, Muti se despedirá de la dirección musical de la Sinfónica una vez finalice la temporada, cuajada de grandes nombres como directores invitados; y por otro, las condiciones de Thielemann, que terminará su contrato como titular de la Staatskapelle Dresden en 2024 y, debido a problemas de agenda, el próximo verano será el primero que el director no participe en el Festival de Bayreuth, del que fue director musical hasta 2020 y ostenta el mayor porcentaje de actuaciones en la historia moderna del Festival.
Según sus últimas declaraciones, Thielemann no se plantea un puesto fijo pero su opinión podría cambiar según las circunstancias: “Ahora mismo no busco nada. Así tengo más libertad para acudir como invitado a temporadas donde no he estado nunca, o no en mucho tiempo”, comenta. “Hasta 2024 seré titular en Dresden y cuando ese momento llegue, se acabó. ¿Y qué puede pasar? Ya veremos”, continúa el director. “En los últimos meses, como ya es sabido, ha habido muchas sorpresas para mí – menciona en referencia a la baja de Barenboim frente al nuevo Anillo en la Staatsoper Berlin y el relevo del maestro en la gira de la Staatskapelle Berlin en Corea a finales de noviembre-, por lo que no podría decir “quiero tal cosa”. Todo se verá. La Sinfónica de Chicago es una orquesta maravillosa, todo el mundo es amable y me siento realmente bien. Veremos cómo se desarrollan los conciertos y cómo es la química”.
Crítica y público han acogido con entusiasmo su regreso al podio de la orquesta, que califican como “triunfante”. La misma calidez tiñe las opiniones recogidas por la dirección de la Staatskapelle Berlin, con la que Thielemann debutó a principios del verano pasado. Matthias Schulz, gerente de este conjunto, declaró entonces que su colaboración con la orquesta fue “increíblemente bien”, lo que alimenta los rumores sobre su posible sucesión a Barenboim como titular: “Como director invitado, Thielemann se vuelca al 100%. Claro que podría hacer cosas fantásticas en los próximo años sin problemas institucionales, digámoslo así, pero nunca se sabe”.
Por el momento, los únicos datos certeros son la sustitución de Thielemann por Daniele Gatti en Dresde, una decisión también envuelta en polémica, pues los miembros de la formación quedaron sorprendidos ante el cambio; y una actitud abierta a la conversación por parte de Thielemann: “Tengo un calendario complicado, con compromisos hasta 2028”, confiesa en una entrevista, “El Anillo arruinó mis vacaciones y yo ya tenía otros planes cuando me lo ofrecieron. Pero se puede reorganizar la agenda. No sé cuándo volveré a ver mi cama y además, en algún momento tendré que replantearme toda mi vida, ¿verdad? Lo que es preferible si hay un buen motivo. Si los hay, se pueden valorar muchas cosas. Por supuesto”.
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