La reconocida compañía cumple 25 años y los celebra con un espectáculo en el Centro Cultural de la Cooperación los jueves 14, 21 y 25 de septiembre, con la participación coreográfica de Ana María Stekelman.
Castadiva es la creación de Mónica Fracchia. La destacada coreógrafa y bailarina compuso un lenguaje propio y particular a través de los años. En diálogo con Balletin Dance, contempla un repaso por su trayectoria y sus principales trabajos.
Fracchia tiene la edad de un espíritu joven, sonríe emotiva al hablar de sus obras y muestra su lado más humano cuando llega con una gripe de temporada a una cafetería de Parque Centenario. Mientras se hace un té de manzanilla comenta: “No hago reposo porque me aburro. Tampoco me gusta estar mucho tiempo quieta porque soy bailarina. Estoy grande, pero me entreno todos los días”.
Su energía es notoria. En el preestreno de la función aniversario participó de la escena, fiel a su estilo. Si bien la mayoría de sus piezas están atravesadas por el humor, no es lo único que la caracteriza, sino que además, hay un sentido patriótico que, según la coreógrafa, “surge por vivir en Argentina, no me puedo desentender”.
En 25 Años puse El arriero por Divididos y ni cuenta me di. Para la artista es relevante, incluso, el nombre de la banda y lo relaciona con la situación delicada del país. Su vínculo nacionalista generó el encuentro con los trabajos artísticos de Reynaldo Sietecase. El poema del periodista, Como la noche, inspiró la obra Castadiva Poética.
¿Cómo definís tu lenguaje?
Ecléctico, si necesito un zapateo del intérprete contemporáneo o piruetas del folklórico, lo pido.
¿Así lográs la homogeneidad con bailarines de folklore, tango y contemporáneo?
Sí, ensayo tres veces por semana, desde hace más de 20 años y las clases son obligatorias porque marcan mi estilo. Tengo diversos especialistas y se informan de todo. La unidad nace de un código de movimiento.
Fracchia fue parte de la compañía del Teatro General San Martín desde su surgimiento. Sus creaciones están inspiradas a partir de diversos ejes: “Al principio, mis pulsiones coreográficas estaban relacionadas con lo melancólico y dramático”. Sin embargo, desde 2001 y en un contexto de crisis nacional, surgió el tinte humorístico: “Sudakas estaba lleno de comedia porque la realidad era insoportable”.
La bailarina, no sólo rememora sus inicios, sino que además, pone sobre la mesa un tema de vital importancia entre sus colegas. “Me formé en una compañía independiente y hoy tengo la mía. Después de la pandemia, en este país, ser un artista independiente es ser resiliente. Estos espacios deben existir, por eso necesitamos la Ley Nacional de Danza que nos ayude”, sentenció.
¿Qué falta para que el proyecto se apruebe?
Decisión política, independientemente de la situación económica actual. Hubo épocas donde la economía fluctuaba de otra manera y tampoco se decretó. Milité en el Frente de Emergencia por la Danza dentro de mis posibilidades, puse mis canas, porque el equipo ya cuenta con muchísimo conocimiento y capacidad.
Mónica Fracchia participó del mítico ciclo Danza Abierta y lo considera como “un hito, algo realmente importante”. Cada etapa de su vida artística la formó y a su proceso creativo, por eso cree que sus ideas surgen en la irracionalidad. “Si me dejó llevar por la intuición, los resultados mejoran. Claros ejemplos son Sudakas, Ramos generales y Febo asoma. Aunque hasta mis peores obras me representan y son parte mía”, enfatizó.
Es coreógrafa, maestra, bailarina, está entrada en los 70 años y quiere seguir bailando. Se puede notar que siempre fue feliz en la escena y nunca lo sufrió. Por esto mismo hace hasta lo impensado para conseguir un espacio para sus intérpretes, por lo que señaló que “el artista hace crecer las obras cuando tienen un margen de libertad. Llega un punto que la composición deja de ser propia y pasa a ser de los bailarines”.
¿A qué público apuntás?
Me interesa que venga gente por fuera del nicho y nos den la oportunidad de que les gustemos. En este arte no hay que entender, sólo sentir. Es como tratar de comprender el más ínfimo detalle de ciertos autores litúrgicos, en lugar de crear una interpretación propia. La danza es cíclica, como la vida, como la moda. No me molesta dejar de estar de moda.
Malasartes es el unipersonal que compuso, luego de pasar más de una década como parte de varios ballet y compañías.
¿Recordás alguna sensación de Malasartes?
Me encantaba, corría para todos lados ¡Que felicidad! Eso lo extrañé mucho cuando dejé de bailar, aunque técnicamente, nunca dejé de hacerlo.
Actualmente, ¿no bailás como te gustaría?
Una está más grande, me siento muy limitada. Nosotros -refiere a los artistas de su generación- nunca fuimos tan buenos porque la técnica avanza y las nuevas generaciones son mejores. Soy muy exigente, en mi época quería ser mejor bailarina y ahora, como coreógrafa, también busco mejorar.
¿Qué destacás de estos 25 años?
A mis bailarines y equipo técnico.
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