Jeremías Vizcaíno creó una obra de danza folklórica inspirada en la migración de jóvenes desde el interior. En ‘El último asao’, la partida de un muchachito hacia la gran ciudad es la excusa para recrear coloridas situaciones y personajes de provincia.
Es un hecho: el joven Hilario se va pa’ la ciudad y el pueblo entero se hunde en el duelo por el nido vacío. Sobre esta base, el bailarín, docente y realizador audiovisual Jeremías Vizcaíno construyó un espectáculo de danza folklórica, ameno y campechano, en el que retrata con pinceladas en sepia distintas situaciones de la vida de provincia y la partida del muchacho en busca de su destino.

No hay en la obra referencias geográficas concretas más que las pilchas raídas de hombres y mujeres laboriosos de, tal vez, la llanura pampeana a comienzos del siglo pasado. El tracklist tampoco permite una aproximación exacta al escenario de los hechos: conviven una huella con el chamamé, el tango con la zamba, un triunfo con el gato. Más no por eso la obra resulta menos interesante; por el contrario, se enriquece con ritmos y personajes característicos de la cultura popular.
En lo formal, ‘El último asao’ es una propuesta que se estructura a partir de trece roles interpretados por músicos y bailarines de folklore. La creación toma como punto de partida La Ultima Cena, aquella que compartieron Jesús y sus apóstoles, para desarrollar desde esa imagen icónica la despedida de Hilario y los sentimientos que embargan a quienes lo rodean. “La obra transita el desarraigo pero no desde el lugar del que se va sino de los que se quedan. Muestra lo que pasa con aquellos que permanecen en el pueblo. Y lo hace desde una poética muy lúdica y aprovechando la riqueza de los bailes y la música folklórica argentina”, le contó Vizcaíno a Balletin Dance.

Un anticipo de este trabajo, cuya coreografía es resultado de una creación colectiva, se vio en el último certamen Pre Cosquín, en la Plaza Próspero Molina, donde el director y su gente compitieron en el rubro Conjunto de Malambo. “Llevamos una suerte de trailer, un resumen de lo que ahora se ve en el teatro. En medio del debate de lo que es o no es folklore, de lo que es o no es malambo, nosotros elegimos pararnos en este lugar para contar una historia a través de los pies”, explicó.
“Yo sostengo -agregó el director- que el folklore es mucho más que el gaucho y la paisana, que es algo vivo, que está vigente. El folklore está en la dinámica con que actúan el cura, el policía, un linyera, en mitos como La Llorona, todos personajes que aparecen en la obra. Yo soy nacido en Ayacucho y allá hay un montón de vivencias que son mi folklore más cercano. Lo otro, cómo era el gaucho, es una anécdota que alguien puede contarme, pero nada más”.
INSPIRACION
Aun los más distraídos recordarán el paso de ‘El último asao’ por Cosquín habida cuenta de las particulares máscaras que llevaban los intérpretes en escena. Sobre la estética que eligió darle a los personajes, Vizcaíno dijo que se inspiró “en una fotografía de (Fernando) Paillet, un fotógrafo que en 1910 tomó unas imágenes en unos carnavales en la provincia de Buenos Aires, en las que se ve a las personas usando ese tipo de máscaras que les cubren sólo la mitad del rostro. Me pareció un recurso muy interesante porque resulta también un guiño a la estética de (Florencio) Molina Campos”, sostuvo.

El director eligió personalmente a cada “amigo” que forma parte del elenco que sale a escena en el teatro Hasta Trilce, pensando en el abanico de roles que quería tener representados. Todos ellos provienen de compañías de danza independientes, con excepción de Angeles Moar (la madre de Hilario), que es integrante del Ballet Folklórico Nacional. Junto a ella actúan Abril Gómez, Bautista Krenn, Cristian Barral, Ismael Domínguez, Joaquín Coppolella, la catamarqueña Josefa Leguizamón, Laura Molina, Leonardo Avendaño, Lucas Orcajo, Mauricio Salazar, Maximiliano Inalaf y Nicolás Baroni. Varios de los artistas provienen de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), donde Vizcaíno está al frente de la cátedra de Medios Audiovisuales.
“Es un desafío grande estrenar una obra de danza folklórica, pero también es lo que me mantiene activo y despierto. ¿Por qué no la danza folklórica en un teatro? Sin duda son tiempos complejos, cuesta mucho alquilar una sala, bancar los gastos. Casi todos trabajamos en otra cosa y nos encontramos en este espacio para crear. En definitiva, la satisfacción termina siendo mucho más grande que el sacrificio”, sopesó. “Esta obra tiene un sentido muy particular en mi vida”.

-¿Por qué razón?
-El año pasado mi viejo se fue de este plano y yo con él compartía mucho la danza, el asado, los encuentros familiares. Muchas de mis decisiones cuando me vine a Buenos Aires tuvieron que ver con esa persona que me supo apoyar. Por eso la obra es un homenaje a aquellos que nos acompañan hasta cuando dudan de nuestras decisiones. Hay vivencias muy personales puestas acá. Una de las escenas es la de la escuela y se inspira en la imagen de la ‘Escuelita rural’ de Berni. El secundario fue un quiebre en mi vida porque encontré docentes que me dijeron ‘si tu deseo es bailar vas a poder hacerlo, y vas a lograr lo que te propongas’, Entonces puse en este trabajo varios guiños a situaciones que he vivido y sentido”.
Luego de agotar las dos primeras funciones, ‘El último asao’ volverá a presentarse el jueves 18 de septiembre a las 21 hs en Hasta Trilce (Maza 177, CABA, localidades por Alternativa Teatral). Vizcaíno sueña con poder presentar la obra en distintos puntos del país. “Creo que se merece llegar a los pueblos porque fue pensada desde uno de ellos. Sería ilógico que solamente se quedara en la Capital Federal”.