El Arena de Verona
Verona, ópera para todos los gustos
Nabucco de Verdi. Amartuvshin Enkhbat, Olga Maslova, Aigul Akhmetshina, Simon Lim, Galeano Salas, etc. Dirección musical: Pinchas Steinberg. Regia: Stefano Poda. Rigoletto de Verdi. Amartuvshin Enkhbat, Gaaleano Salas, Rosa Feola, Gianluca Burato, Martina Bellísimo, Abrámoos Rosales, etc. Dirección musical: Michele Spotti. Regia: Ivo Guerra. Carmen de Bizet. Aigul Akhmetshina, Francesco Meli, Erwin Schrott, Mariangela Sicilia. Dirección musical: Francesco Ivan Ciampa. Regia original: Franco Zeffirelli. Orquesta, Coro y bailarines de la Fundación d Arena de Verona. 19, 20 y 21 de agosto de 2025. 21 a 24 agosto 2025.
Imagen de la puesta en escena de Rigoletto en Verona
Las representaciones de ópera se dan en Arena di Verona, un antiguo anfiteatro romano, que era capaz de albergar a 30.000 espectadores. Las funciones comienzan tradicionalmente al anochecer y los espectadores en los asientos de piedra de la arena traen pequeñas velas (el “mocoleto”) que se encienden cuando cae la oscuridad y comienzan las funciones.
Primeras producciones de ópera
Las primeras óperas se representaron en 1913 con motivo del centenario del nacimiento de Giuseppe Verdi y fueron producidas por el tenor Giovanni Zenatello, su esposa la mezzosoprano María Gay y el empresario teatral Ottone Rovato. Su puesta en escena de Aida en el teatro lírico al aire libre más grande del mundo inició una larga tradición. Al año siguiente, Zenatello y otros regresaron y, en los años anteriores a 1936, una variedad de organizaciones se hicieron cargo de las presentaciones. Finalmente, en 1936, se creó una organización permanente. En total han desfilado por el Festival más de 90 óperas diferentes.
Logros artísticos significativos
Muchos cantantes se hicieron famosos y carreras actuando en Verona. En 1929, Beniamino Gigli emocionó al público con sus apariciones en Martha de Flotow. Entre 1947 y 1954 María Callas fue una habitual después de causar sensación en La gioconda de Ponchielli.
Además de cantantes, directores y diseñadores agregaron elementos distintivos a producciones como la piscina de agua de 1953 creada para Aida por el director de cine mudo Georg Wilhelm Pabst. Su objetivo era evocar la imagen del Nilo en el que podían navegar pequeños barcos egipcios, y la idea fue adaptada por Pier Luigi Pizzi de nuevo en Aida en 1999. Además, fue Pabst el responsable de la introducción de un gran número de animales en el escenario, incluidos elefantes, caballos y dromedarios, y esta forma de espectáculo se ha convertido en una característica destacada de muchas producciones de ópera en Verona.
Aida en Verona
La programación
El festival de este año, que se inició el 13 de junio, tiene como protagonista a Giuseppe Verdi y ha contado con una gala protagonizada por Jonas Kaufmann con sus invitados. Los títulos programados son Nabucco, Aida, La traviata y Carmen. En los repartos Anna Netrebko, Aigul Akhmetshina, Angel Blue, Maria Jose Siri, Anna Pirozzi, Nadine Serra, Amartuvshin Enkhbat, Piotr Beczała, Luca Salsi, Aleksandra Kurzak, el citado Kaufmann y muchas más figuras. En el pasado fin de semana, de jueves a sábado se han podido disfrutar tres de ellas, las que seguidamente se comentan.
El ambiente
Apenas entrar en Verona siente ya una especial inquietud en el ambiente que culmina al llegar a la gran plaza donde majestuosamente se alza ese espléndido coliseo que es la Arena. El visitante puede ver nada más llegar, los decorados que se amontonan alrededor de la Arena y que poco después serán puestos en escena. Encontrar alojamiento en la ciudad es prácticamente imposible y más en fin de semana, cuando se programan óperas cada día.
Verona es, desde todo punto de vista, una ciudad medieval que conserva todo su sabor y que realmente merece la pena conocer al margen de su actividad lírica. Sorprende no ver un solo grafiti y es que los italianos saben lo que es el auténtico arte. Pero sorprenden otras muchas cosas, unas positivamente y otras no. Hay un gran despliegue de seguridad, con fuerzas armadas en estaciones de tren, aeropuertos o monumentos relevantes.
El numeroso personal dedicado a ayudar a los turistas con atención y trato exquisito no tiene nada que ver con el de nuestro país. Quizá ayude a ello los 3,5 €/día que se cobra en los hoteles, que es algo que ciudades turísticas como Madrid deberían poner en marcha inmediatamente y, a cambio, bajar alguno de los impuestos a los residentes. Lamentable que para acceder a las toilettes en las estaciones de tren hayas de atravesar pasarelas automáticas previo pago de 1,20€ en la moneda exacta. De todo hay en la viña del Señor…
Imagen de la puesta en escena de Nabucco
Tres puestas en escena notables
Cecilia Gasdia, otrora famosa soprano es la sobreintendente del festival desde hace años. En esta edición combina la modernidad con la tradición. Nabucco responde al primer concepto. Al inicio uno se siente defraudado al ver sólo dos grandes artefactos luminosos a cada lado del inmenso escenario, porque en Verona se espera siempre un gran espectáculo. Luego, al avanzar la representación, acabas satisfecho. Todo se basa en muy estudiados juegos de luces, incluso en el vestuario de las más de doscientas personas que lo pueblan, entre cantantes, coro, bailarines y extras. Al final es espectáculo y el público lo ovaciona especialmente cuando Nabucco se proclama Dios en medio de una explosión de luz y sonido.
Frente a ello se contraponen los decorados monumentales de Rigoletto. Toda una ciudad estupendamente montada a base de decorados que mezclan realidad y cartón piedra. Como siempre, también ayuda el vestuario. Claro que, para vestuario, el que Franco Zeffirelli diseñó para Carmen. Los decorados son menos impactantes, porque lo que cuenta es la parafernalia móvil, con caballos, burros y hasta burritos humanos en los que se montan los niños del coro del inicio.
¡Para qué hablar del desfile de los toreros en el cuarto acto! Al que precede un intermedio a base de una soberbia actuación, vitoreada por el público que prácticamente llenaba la Arena, de la Compañía de Antonio Gades, emplazada en ambos laterales del escenario. En ninguna parte del mundo puede verse un espectáculo más completo.
Como será muy difícil encontrar un foso más grande. En la Arena no se utiliza la amplificación, contadísimas y disimuladas excepciones aparte. Al principio, la orquesta e incluso las voces suenas poco, pero el oído se va acostumbrando hasta casi prácticamente no echar de menos un teatro cubierto. No se buscan en general grandes batutas y la excepción quizá fuese Pichas Steinberg. Se busca un buen concertador con mucho control. Lo tuvieron el citado, un tanto personal en los tempos, Michele Spotti y Francesco Ivan Ciampa.
Carmen de Bizet en Verona
De todo entre los cantantes
En los repartos de las tres óperas comentadas hubo que destacar a Amartuvshin Enkhbat y Aigul Akhmetshina. El barítono mongol abordó en días sucesivos, sin descanso, los papeles titulares de Nabucco y Rigoletto en todo un tour de force. Mucho mejor en el segundo, como se comprobó cuando lo cantó en Bilbao. Voz con proyección, legato, fraseo cuidado y capaz de matización. Impecable tanto en el “Cortigiani” como en sus dúos. Sin duda en la cúspide de los barítonos actuales.
Por su parte la mezzosoprano rusa Aigul Akhmetshina también dobló roles: Fenena y Carmen. Voz potente, carnosa, homogénea y expresiva, amén de capacidad actoral. Su Carmen está reconocida internacionalmente y volvió a triunfar con ella en Verona. La así mismo rusa Olga Maslova se enfrentó con la solvencia de una voz notable y de limpios agudos al dificilísimo papel de Abigaille, quizá demasiado íntima en la parte lírica de su gran aria “Anch’io dischiuso un giorno”.
En Rigoletto la buena Gilda de la soprano lírico-ligera Rosa Feola, correcta en la coloratura del “Caro nome” y tierna en “Tutte le festejamos “ superó con creces al gris Duque de Mantua de Galeano Salas, sólo pendiente del agudo final de “La donna è mobile”.
Ni Francesco Meli ni Erwin Schrott, Don José y Escamillo respectivamente, estaban en sus papeles. El primero mostró lo que sucede cuando una carrera se desenfoca yendo a roles más pesados de lo que es su voz. Ésta posee un timbre atractivo, pero el vibrato es notable en cuanto ha de forzar. Escamillo precisa de un barítono bajo y Schrott hubo de recurrir a su presencia escénica y a adaptarse la partitura para lograr el aplauso del público. Por su parte Mariangela Sicilia nos hizo recordar a Mirella Freni en su aria del acto tercero por su dulzura y fino fraseo.
Tres óperas en tres días sucesivos con las que satisfacer todos los gustos.
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